La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Sustento y peligro, cara y cruz

Vivía Sevilla uno de sus días más grandes y en su madrugada sufría la mayor catástrofe ecológica de su historia. Madrugada del sábado de Feria para un despertar de pelos de punta entre la estupefacción superlativa de saber que una oleada tóxica iba a arruinar ese vergel que es la vega del Guadiamar. La balsa de la mina de Aznalcóllar que gestionaban los suecos de Boliden se había dejado escapar una barbaridad de muerte y la noticia le ponía cascabeles de luto a la gran fiesta. Un fin de semana negativamente inolvidable y que veinte años después obliga a que aquello no pueda ocurrir nunca más. El corredor verde que acompaña al Guadiamar hasta el Río Grande volvió a ser un vergel y ahora llega esa disyuntiva que es reabrir la mina o no. La mina es el sustento de Aznalcóllar, pero garantizar la seguridad de una mina es algo poco fácil de creer. He ahí el problema.

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