EN Sevilla es tradición la falta de policías nacionales. Pronto se instituirá el pregón primaveral por los policías que perdimos. Y es coyuntural el exceso de taxis por las noches, debido a la falta de actividad porque ni los turistas gastan con alegría, las madrugadas están aburridas. De buenas intenciones está llena la política de seguridad, y una más es el anuncio de que los agentes por las noches van a controlar aleatoriamente a los pasajeros de los taxis con cara de sospechosos, y escoltarán a los taxis cuando entren en las zonas conflictivas de Sevilla. Pero, ¿con qué personal, si por las noches en la capital hay poquísimos policías porque siguen sin cubrirse las vacantes?

En la Policía Local de Sevilla hay 141 vacantes. Y en la Policía Nacional no se han cubierto 206 de las 281 plazas convocadas en Sevilla y provincia. Si quieren el dato de la capital, de 199 plazas sólo 32. Es demoledor el porcentaje, sólo un 17% de las auspiciadas. Los policías destinados en el resto de España rehúyen pedir Sevilla, sobre todo los oficiales y los mandos intermedios. Todo lo que no sea cerrar esta enorme falla es encadenar brindis al sol y promesas al calor del penúltimo suceso para aparentar capacidad de reacción ante los taxis y cualquier otro colectivo vecinal o social. Es la canción del verano para cualquier sevillano: si yo tuviera 200 policías más, cuántas cosas barrería...

De consumarse el cursillo de autoprotección ante atracos impartido a los taxistas, y en cuanto se corrobore que la protección policial es más retórica que real, cabría plantear el siguiente remedio casero mientras no hay ni detenidos ni cesados por el robo de 100 kilos de droga en la Jefatura Superior: que un porcentaje de taxis patrulle de noche, sin aceptar clientes, e informe por su radio interna a la Policía de lo que ven a lo largo y ancho de la ciudad. Y que el día del Santo Ángel les impongan a cada taxista la distinción al mérito policial.