Las dos orillas

José Joaquín León

Temporada de caza mayor

YA casi nadie se acuerda de Mariano Fernández Bermejo, aquel hombre que fue ministro de Justicia y perdió el cargo por culpa de una cacería con el juez Garzón. El cazador cazado, como se le calificó en su momento, es uno más en la lista de nuestra democracia. Ayer surgió una nueva polémica: ¿debe dimitir el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, después de que el juez haya apreciado indicios de delitos para abrirle juicio oral?

-Según el que responda sí debe dimitir, o no, yo le acierto seguro el partido al que votó en las últimas elecciones del 7-J.

Ese es uno de los grandes males nacionales. En estos casos, los del PSOE le piden a Camps que dimita por los trajes y demás, así como los del PP, por ejemplo la señora De Cospedal, dice que no han perdido la confianza en Camps. La respuesta es previsible.

Con este caso saltó a la fama otro José Tomás, el sastre, sin necesidad de encerrarse con seis toros en la plaza Monumental de Barcelona para reivindicar la fiesta taurina en Cataluña. Este José Tomás de la sastrería, si acaso, reivindicará que más cornás da el hambre. Aunque en la política activa también se dan muchas cornás, según tengo entendido. Y, en ocasiones, al mangante se lo llevan por delante. Esto se sabe desde el caso de Juan Guerra.

Desde entonces los dos principales partidos se dedican a acusar a los otros de corrupción. Ahora estamos en temporada de caza mayor. Yo no sé si Camps es inocente o culpable, ya se verá, pero algunos lo tienen condenado, pase lo que pase; y otros lo tienen en un altar laico porque volvió a ganar en la Comunidad Valenciana el 7-J, casi sin despeinarse, con el traje de gala. Las urnas victoriosas parece que todo lo tapan.

Pero eso no significa nada, a efectos judiciales. Gil y Gil ganaba como quería en Marbella, en sus mejores tiempos y hasta en los peores. Una cosa es la responsabilidad penal y otra la estimación del electorado. Según lo que está pasando, se puede afirmar que hay tanta corrupción ambulante que esas cosas influyen poco en el votante. Los de izquierdas se fijan en los casos de derechas, y los de derechas en los casos de izquierdas. Y así, se reafirman en que los otros son los sinvergüenzas. Por eso, lo malo no es que salgan en los papeles, acusados de lo que sea, sino cuando la cacería concluye con una pieza abatida. Entonces ya no tiene remedio.

-Por disparar que no quede, pero hay que afinar la puntería.

Es el secreto del éxito. A Camps le están disparando desde hace varios meses. ¡Pum, pum! A Chaves también, aunque con armamento diferente. Pero aquí nadie dimite mientras no sea estrictamente imprescindible. Que le pregunten a Bárcenas, por ejemplo.

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