Dado que, como el compañero Manuel Ruesga informaba ayer, el alcalde ha presentado las propuestas para reabrir la comisaría de la Gavidia. Dado que las más jugosas, que llegan a los 25 millones de euros, coinciden en convertirla en un espacio cultural y comercial, un centro de salud y deporte o un hotel, proponiéndose en tres casos que se vincule la antigua iglesia de San Hermenegildo como equipamiento cultural. Dado que parece aceptado que todo el centro de Sevilla -no sólo el cutre espantajo maloliente del entorno de la Catedral- se convierta en un parque temático. Dado que se han adoptado medidas tan radicales como la conversión del Salvador en un museo con tienda de souvenirs en la entrada y largas colas de turistas subiendo las escalinatas, hasta el punto que las hermandades que radican allí deberían disputarle a la de la Expiración llamarse "del Museo", ya que residen en un lugar en el que hay que pagar o identificarse como nativo para entrar (en la página oficial se anuncia que la entrada gratuita está reservada a discapacitados y un acompañante, desempleados, menores y naturales o residentes en la Diócesis de Sevilla que lo acrediten mediante documento oficial).
Y dado que los extranjeros siguen creyéndose la leyenda negra y que muchos creen que España es aún franquista, con policías apaleadores y un Gobierno que encarcela opositores, propongo que se fundan en una todas las propuestas creando Francoland: The Black Spain Experience. En San Hermenegildo se harían recreaciones de torturas inquisitoriales y autos de fe. En la comisaría habría un hotel con las habitaciones diseñadas como celdas, un comedor con ranchos carcelarios, un espacio cultural en el que se proyectarían Raza y Franco ese hombre, un gimnasio con carreras ante los grises sobre cintas y un centro comercial con tiendas de souvenir franquistas.
Piénsese que dos de los museos más visitados de Londres son el de Madame Tussauds, con su cámara de los horrores, y la Torre, con sus celdas, máquinas de tortura y hachas para decapitaciones. Yo no lo dudaría. La mayoría de los turistas verían refrendados sus prejuicios y convertido en realidad lo que cuentan los independentistas catalanes; y los de la creciente extrema derecha europea tendrían un centro de peregrinación. Ánimo. Encárguese The Francoland Experience a Jürgen Mayer y Tim Burton, dos maestros del horror.
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