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Plaza nueva

Luis Carlos Peris

¿Torero puro o sólo con puro?

HABLA en tercera persona cuando se refiere a él mismo, llega en calesa a la plaza y hace el paseíllo fumándose un enorme puro. Rogelio Rodríguez Reyes es el nombre de pila del Pana, un mexicano de Tlaxcala que va a torear en España cuando está cerca de convertirse en sexagenario. Un suceso mediático que vamos a ver cómo escapa de su aventura en la que él califica de Madre Patria, algo que llama la atención en esta España que se está quedando sin hijos. No se recuerda un torero mexicano que haya levantado tanta expectación entre gente que no sabe ni una palabra de su toreo, sólo eso de que hace el paseo fumando y que se entretiene en unos brindis tan largos como pintorescos. Como el que dedicó hace unos días en la México, con las prostitutas como destinatarias de una dedicatoria con prosa castellana vieja y ciertamente hermosa.

Dijo el muy talludo torero azteca vestido de rosa y oro: "Brindo por las damitas, damiselas, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas, las de tacón dorado y pico colorado, las putas, las buñis, pues mitigaron mi sed y saciaron mi hambre, y me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompañaron mi soledad. Que Dios las bendiga por haber amado tanto". Es un brindis que muy bien hubiera suscrito el mismísimo Rafael el Gallo y que salió de un hombre que ha estado en la cárcel un puñado de veces por insurrección social y que llegó al toreo muy tarde huyendo del hambre. El Pana tiene otro pensamiento extraordinario y es el de que "vengo de una época en la que uno se hacía matador para comprarle una casa a su madre y ahora tienen los muchachos que vender la casa de la madre para ser toreros". Como este Rogelio Rodríguez Reyes sea capaz de interesar con el toro lo que interesa lejos de él, suceso tenemos, pero ¿será eso posible y a esa edad?

Va a torear en Leganés el próximo viernes y lo hará con Morante, otro genio que encontró en el Pana un motivo de inspiración allá en la México. Lo del Pana le viene por su oficio primero, el de panadero, y hasta de sepulturero ejerció este Pana siempre a machetazos con las penurias. Ha venido a España rodeado de un halo de curiosidad que haría palidecer de envidia a cualquier torero que se precie. Se mira en el espejo de Lorenzo Garza, alardea en cualquier reunión, sea lo numerosa que sea, de haberse bebido más tequila que todos los de la concurrencia juntos y estuvo en una clínica hace un año desintoxicándose de tanto alcohol como había tomado. Dicen los que lo han visto que con la muleta es más Silverio que Garza, pero la verdad es que rara vez apareció un artista desconocido con tanta gente esperando a conocerle. Está a punto de hacerse el conocimiento, pero como sea capaz de seguir interesando por lo que le hace al toro...

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