Verdaderamente, de manera indudable, hay que poner pies en pared para que se aclare qué hay de cierto en esa acusación de que existen métodos mafiosos en el taxi sevillano. Se ha de coger al toro por los cuernos para sofocar este brote de alarma social que se ha desencadenado tras los ataques sufridos por la flota de vehículos que ejercen competencia en el transporte de alquiler. Si ya los desmanes del aeropuerto desazonaban por el clima de violencia y también de picaresca mediante el abuso en el cobro de servicios, lo de ahora ya lleva a tocarse la ropa y a decir que ya está bueno lo bueno. Denuncia inquietante la del secretario general de VTC señalando que hay grupos violentos en el taxi con una estructura criminal con fines mafiosos. Lo que nos faltaba para el duro, que se monte uno en un taxi y no sepa si el que conduce es un esbirro de don Vito Corleone.