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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

la ciudad y los días

Carlos Colón

Trajes blancos, casacas azules

NO me voy a extender sobre las fiestas que estos días se celebran en Pamplona porque puedo ofender a navarros residentes en Sevilla y a muy queridos amigos sevillanos a los que les entusiasman los esparcimientos sanfermineros. Porque, salvaguardado por unos mil kilómetros de distancia, ni me va ni me viene lo que allí suceda. Y sobre todo porque detesto a quienes toman su gusto o sus hábitos por norma universal y se dedican a lanzar soflamas contras las celebraciones o fiestas que no son de su agrado. Basta con no ir, si es lejana. O con quedarse en casa, si es próxima. No hay fiesta que cien años dure ni cuerpo que la resista. Mi casa es mi castillo.

Lo que sí me parece digno de comentario, porque nos afecta a todos los españoles, es la mentira tantas veces repetida de que los filoetarras son unos pocos extremistas que emponzoñan las pacíficas, muy democráticas y tolerantes sociedades vasca y navarra. Pues mire usted, no. Lo demuestran desde hace muchos años infinidad de hechos. Lo revelan, con la precisión de los números, los resultados de las últimas elecciones en las que los ciudadanos han podido votar opciones nacionalistas radicales emanadas del entorno etarra. No son una minoría, desgraciadamente.

Miente el consistorio pamplonica al afirmar, con relación a los vergonzosos y violentos hechos que han impedido el Riau riau, que "una minoría organizada ha impedido que se cumpliera el deseo de la mayoría de los pamploneses de recuperar este acto". Como mentían los aguerridos mozos cuando se quejaban ante las cámaras y los micrófonos de que unos pocos estropearan la fiesta a unos miles. Señores míos: en una concentración tan multitudinaria a la vez que tan ritualizada -y por lo tanto tan previsible- una minoría no puede imponerse a la mayoría ni unos pocos a unos miles. Habría bastado que esos miles se les enfrentaran para que esos pocos salieran corriendo como conejos.

Hubo allí unos pocos violentos y unos muchos pasivos que les dejaron actuar. La Policía Municipal estaba sola frente a ellos. Las imágenes de su repliegue en el Ayuntamiento recordaba a las de los western en los que unos pocos casacas azules han de refugiarse en el fuerte acosados y perseguidos por una horda de indios. El Riau riau no se celebra desde 1996. ¿En 16 años los mozos no han podido organizarse para expeler a esa minoría de la multitud congregada en la plaza del Ayuntamiento? El último Euskobarómetro pronostica casi un empate entre el PNV y Bildu. En las últimas municipales Bildu empató con el PSOE en Pamplona. ¿Unos pocos gamberros? ¿Una minoría organizada? Lo hechos y las cifras lo desmienten.

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