Cambio de sentido

Tránsitos

Sevilla no será del todo próspera y dichosa mientras no mejore la movilidad de los ciudadanos

La sombra de los plátanos, las plazuelas, los mercados pródigos aún sin falsear o el toldillo bajo el que guarecerse de la lluvia que descarga de improviso: cosas que nos hablan de la ciudad, de su historia, su momento, su gobierno. El carácter de la gente se forja al amor (o al desamor) de las arquitecturas y el urbanismo. Así mismo sucede con la movilidad. Una ciudad jamás será próspera y dichosa si no fluye, si no resuelve sus íntimas distancias, si no inventa caminos dentro.

Alguien quizá sepa explicarme por qué no llega la Línea 1 del metro a Santa Justa, uno de los puntos centrales de entrada y salida de Sevilla. Quizá alguien me pueda dar razones por las que el cercanías aún no nos acerca al Aeropuerto. Cuando, cada mañana desde hace años, escucho por la radio que hay retenciones en el nudo de la Gota de Leche, no puedo evitar imaginarme un gigantesco grumo. Sumémosle al estado atascado de la cosa el ambiente en la parada de taxis del aeropuerto y las porfías con los coches de alquiler, en las que parece imperar (el juez dirá) el "para qué hablar pudiendo rajar ruedas". Quienes calzamos pedal sentimos la resistencia de algunos, que más que estar en contra de los ciclistas -y de los conductores de haigas y los jinetes…- chuletas e incívicos, parecieran estar en contra del uso de la bici. Puede trazarse, a la sazón, un mapa de los puntos negros del carril, con sus boquetazos, sus postes, sus semáforos irresueltos. "Un coche da mucha libertad", dicen. Pero también esclaviza a quien no encuentra manera otra, más o menos sensata, de ir a trabajar, a comprar o a salir de fiesta. Sueño por Triana con los viejos tranvías. Son alegres y sureñas las motillos cotidianas que conducen por Sevilla señoras muy resueltas y señores que guardan donde el casco una carpeta. Tan a favor estoy de la peatonalización que no supe ver su reverso: en los tramos peatonalizados de mi barrio, el trajín y los negocios han trocado en franquicias de fritangas, yogurterías para guiris, tascas de corchopán. ¡Quién me iba a decir que el progreso era esto!

Se está haciendo mucho en transportes, dicen. No lo dudo. Pero será poco siempre que las infraestructuras no abran camino a la ciudad, sino que sea la ciudad quien se abra a duras penas camino. Durante el Black Friday, el metro reforzó en un 57% sus trenes al centro. Los autobuses ya están pensando cómo llegar al futuro Primark. Podemos estar tranquilos: a fundirnos la de Ubrique, fijo que llegamos cómodos y a tiempo.

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