TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Trenes

El símbolo de nuestras carencias ferroviarias es el abandono por la Junta de la conexión Sevilla-Antequera

El pasado miércoles se estuvo a punto de vivir en Sevilla una de esas tragedias que quedan marcadas durante mucho tiempo en la memoria de la gente. El descarrilamiento, en el término de Arahal, de un tren regional que cubría a primera hora de la mañana el trayecto desde Málaga a la estación de Santa Justa pudo ocasionar decenas de víctimas y sólo la suerte impidió que así fuera. Carezco de títulos y conocimiento para dilucidar si hubo negligencia por parte del gestor de las infraestructuras ferroviarias a la hora de reabrir una vía que, como se demostró, no estaba en condiciones de soportar el tráfico. Serán los tribunales los que en su día tendrán que dilucidar si hubo responsabilidades por negligencia, como se apresuró a sentenciar con inusitada rapidez la presidenta de la Junta. Hay asuntos con los que es mejor no hacer política, aunque ésa es otra historia.

Lo que sí conviene, al hilo de este accidente, es constatar una vez más que las comunicaciones interiores de Andalucía siguen siendo una asignatura pendiente y las ferroviarias, directamente, un desastre. Se ha escrito en alguna ocasión en esta columna que el único intento serio de articulación de territorio de Andalucía en el ya largo periodo de autonomía política ha sido la construcción de la autovía A-92 entre Huelva y Almería que emprendieron en los años ochenta el presidente Rodríguez de la Borbolla y su consejero Jaime Montaner. De aquello habría mucho que escribir, pero lo importante es que la obra está ahí. Desde entonces, con alguna excepción notable y bien diseñada, como la autovía Jerez- Los Barrios, se ha hecho más bien poco.

Si es así en carreteras, lo del tren es capítulo aparte. Dejando de lado, que es mucho dejar, el aislamiento ferroviario del puerto de Algeciras -un auténtico crimen en términos de desarrollo para la región-, el símbolo de nuestras carencias es el abandono por parte de la Junta de la plataforma de alta velocidad entre Sevilla y Antequera tras enterrar en ella un buen puñado de millones de euros. Mientras tanto, para ir a una velocidad razonable de Sevilla a Málaga el camino más rápido lleva a hacer parada en Córdoba. El modesto baipás que aliviaría algo la cosa lleva una tramitación administrativa a una velocidad comparable a la de muchos de nuestros trenes. Por ejemplo, el que une Sevilla con Almería. Si usted quiere sumergirse en lo que debía ser la España de los años cincuenta, cójalo y llévese para el camino el Guerra y Paz de Tolstoi porque lo mismo le da tiempo a acabarlo.

Alegrémonos de que lo de Arahal se haya quedado en un suceso grave pero no trágico y seamos conscientes de que el ferrocarril es cada día más importante como factor de desarrollo. Ése es otro tren que estamos perdiendo en Andalucía.

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