La ventana

Luis Carlos Peris

Entre Triana y el Betis, Jaramillo

ENTRE Triana y el Betis, Alfonso Jaramillo. Se ha ido cuando la inmensa mayoría de sus coetáneos son ya sólo recuerdo, con la frontera del siglo tocándola con las yemas de sus dedos. Ayer, ante su Esperanza del alma, se despedía a un trianero enorme que sólo tenía al Betis como contrapunto. Y ante su cadáver, mucha Triana y mucho Betis. La Triana oficial y la real, esa que se cruzaba con Alfonso en sus idas y venidas por San Jacinto camino de Sevilla, que Alfonso era un trianero de los que reconocen a su Triana como un miembro sevillano y al río como cordón umbilical y nunca como frontera. Alfonso tenía a Triana y al Betis como límites indiscutibles de su territorio vital y con su marcha no es que se le haya caído una barra al escudo verde, blanco y verde, pero casi. Se demostraba ayer en la capilla de calle Pureza en un último adiós donde Triana y el Betis se entremezclaban en una simbiosis que fusionaba Alfonso.

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