TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

La Campana / José Joaquín / León

Triunfo de la Fe... y de Zoido

HE visto todas las procesiones de Corpus de Sevilla, ininterrumpidamente, desde hace 33 años, y algunas de antes. Pues bien, yo nunca había visto algo así. Sólo los más mayores del lugar presenciarían el Corpus del 43, que fue el último que tocó con el verano ya entrado. El de ayer, en la víspera del día (y la noche) de San Juan, fue caluroso como pocos, y tardío como ninguno, desde hace 68 años. Corpus con más de 35 grados según avanzaba el día. Corpus en el que por poco no hubo alerta amarilla, que la puede haber el domingo para Triana y la Magdalena, con previsiones de 40 grados. Corpus lipotímico, Corpus playero, Corpus de capillismo inmisericorde. Corpus que nos recordó a Santa Teresa y sus advertencias sobre la mano que tienen los demonios en Sevilla, que es mucha según la santa. Sin embargo, cuando sale la Custodia, los demonios se van todos a hacer gárgaras.

Nadie puede decir que Sevilla fuera un infierno. Cuando sale la Custodia a las calles, en esta mañana única del año, estamos ante un gran triunfo de la Fe. No hay otra explicación para justificar esa gran manifestación que se aglutina en esta mañana alrededor del Santísimo Sacramento. Esta vez entrar en muchos detalles de la procesión casi estaba de más. Era un día de Corpus de supervivencia. Se conmemoraba el 500 aniversario de las hermandades sacramentales, que han forjado la devoción eucarística sevillana desde hace medio milenio. El paso de la Cena salió con el misterio completo… hasta el Palacio Arzobispal. No pudo participar en el cortejo del Corpus, como se intentó, pero nos ofreció una procesión calurosa y masiva en el retorno a Los Terceros.

Era una mañana de Corpus con algunas novedades. Desde el punto de vista eclesial, la principal era la presencia por vez primera del obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, que fue a la derecha del arzobispo, Juan José Asenjo. Iba donde debe ir un obispo auxiliar, para entendernos, no delante de la Custodia presidiendo a los canónigos, donde colocaron a monseñor Asenjo en cierta ocasión, cuando aún no había tomado posesión como arzobispo. Al obispo auxiliar le han colgado el sambenito de que es el obispo de las cofradías. Y eso ya no hay quien se lo quite. Un sambenito pesa como tres pasos.

Pero la gran novedad de la mañana era Juan Ignacio Zoido. No porque saliera en el Corpus por vez primera, que no era el caso, sino porque estrenaba el cargo de alcalde. Lo comenté en Giralda TV. Eso fue también lo nunca visto. Desde que hay democracia en Sevilla no se ha visto nunca un caso de tanta veneración por un alcalde. Hombres y mujeres saludando ha sido habitual. Pero ayer había personas que rompían las filas y los protocolos para saludarlo, niños dándole besos, mientras sonaban aplausos por doquier. Fue tan llamativo que al final, en la calle Francos, recién pasado el altar de las Tres Caídas de San Isidoro, precisamente, Zoido ya iba llorando de la emoción. Hay que decir que Juan Espadas también debutó y puso la cara, aunque sabía que no era su fiesta. En el colegio electoral del Corpus arrasó Zoido. Y, viendo eso, se notaba que el nuevo alcalde es para muchos como un santo laico, del que se esperan milagros.

Otros detalles de la procesión nos parecieron secundarios. Hubo exornos interesantes en los pasos, siempre cuidados, y alguno arriesgado en su originalidad, como el del Niño Jesús del Sagrario. Hubo muchísimos cofrades en las filas, más o menos como en los últimos años, porque el cortejo tardó en pasar en torno a dos horas y cuarto. El calor no echó para atrás a los verdaderos capillitas del Corpus, que son una gran legión. Cuando se calcula el público, no está de más incluir a los que van en el cortejo, que deben ser en torno a 6.000 personas, por lo menos. Con menos de la mitad se organizan por ahí unas manifestaciones estupendas. Sí es cierto que se ponen menos sillas que hace unos años. No se debe perder la tradición de ver el Corpus sentado.

En Sevilla aún triunfa la Fe con mayúscula y también la fe con minúscula.

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