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La ciudad y los días

Carlos Colón

Tute y válium

JUNTO al Parlamento británico, en el Victoria Embankment, se alza el Battle of Britain Monument, erigido en memoria de la solitaria y heroica resistencia del pueblo inglés durante los terribles bombardeos de Londres entre septiembre de 1940 y mayo de 1942, que en su peor momento se produjeron durante 57 noches seguidas. En su lado derecho se representa una escena que no se puede contemplar sin emoción: los londinenses tomando el té bajo las bombas, refugiados en las estaciones del metro. Respondían a la llamada de Churchill para que se mantuviera la vida cotidiana como forma de resistencia. Que las tiendas abrieran, los niños fueran a los colegios, funcionaran las bibliotecas públicas o se tomara el té de las cinco eran maneras de cumplir con el famoso discurso de Sir Winston: "Defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el precio; pelearemos en las playas, pelearemos allí donde desembarquen, pelearemos en los campos y en las calles, pelearemos en las colinas… Nunca nos rendiremos".

La partida de tute no suspendida tras el asesinato de Ignacio Uría, que tanto ha escandalizado, nada tiene que ver con esta forma británica de resistencia durante los bombardeos de Londres. Se han equivocado sus amigos, seguro que con la mejor intención, si lo que pretendían al escenificar esta versión vasca del té de las cinco bajo las bombas era expresar su resistencia frente al terror, afirmando la normalidad cotidiana frente a los intentos etarras de acabar con ella. Puede entenderse así su gesto; pero también se puede entender como ese no querer ver, oír y hablar que da oxígeno a ETA y votos a los partidos que la representan en las instituciones. El terrorismo vasco no es una guerra que enfrente a dos naciones, en cuyo caso esta forma de resistencia tendría sentido, sino un mal nacido de las entrañas del nacionalismo vasco. Quien ataca no es un "extranjero", sino "uno de los nuestros". El mal no tiene una raíz distinta, sino la misma.

Tampoco lo del aguante y el válium de Arzalluz tiene nada que ver con el "sangre, sudor y lágrimas" de Churchill. Decir que "lo que le queda a la sociedad vasca es aguantar, porque es ese es el mejor camino para acabar con la banda más que las policías de Alfredo Pérez Rubalcaba", y recomendar que tomen válium quienes no puedan resistir la presión terrorista, es una brutal inmoralidad. El hermano de Uría ha definido muy bien los resultados de estas erróneas formas de resistencia que al final resultan ser complicidades: "Hemos estado toda la vida a rastras, a rastras. Hemos llegado hasta aquí y esto es lo que ha pasado".

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