NI en la Olavide ni en la Hispalense se ha constituido candidatura alternativa para elecciones a rector. En la Hispalense es la primera vez durante el periodo democrático. Y llama más la atención porque el rector actual, Joaquín Luque, renuncia a continuar, tras los millones perdidos para la universidad en la fallida obra de la Biblioteca del Prado. Luque ha tenido aciertos y errores. Como no hay al menos dos candidaturas, no se debate ni lo uno ni lo otro.

La Hispalense tiene para 2012 un presupuesto de 479 millones, de los que 291 millones (el 60,8%) son para pagar nóminas. Para inversiones hay 106 millones de euros, de los que 58 son para investigación y 48 para enseñanza. Parece imposible la inexistencia de uno o varios grupos de profesores con ideas y propuestas distintas a las del actual equipo de gobierno con el fin de rentabilizar mejor el dinero público en una universidad tan populosa.

Miguel Florencio cercenó como rector el sufragio universal en la Hispalense, y en las elecciones sólo votan los miembros del claustro. Florencio tuvo como vicerrector de Infraestructuras a Joaquín Luque. Y Luque a Antonio Ramírez de Arellano, quien será rector sin un solo candidato con propuestas alternativas y sin que le afeen su implicación en el empecinamiento del Prado. Quien nombre Ramírez de Arellano para dirigir ese vicerrectorado será visto por todos como futuro candidato.

La cooptación como vetusto sistema de gobierno no merece la vitola de campus de excelencia. Sobra endogamia y falta democracia. Con fecha 26 de enero, ha empezado a circular un manifiesto de profesores que recaba firmas exigiendo la restitución del sufragio universal en la elección a rector. Demasiado tarde, deberían haberlo promovido hace años. Ya no se podría aplicar en las próximas elecciones, por lo que se reivindica que el nuevo rector acepte la reforma pensando en la convocatoria de 2016. Con tan poca velocidad de reflejos, el inmovilismo se impone por pura inercia.