TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El VAR hace justicia, no reparte favores

Si el artilugio viene para impedir goles con la mano o en fuera de juego, bienvenido sea

Pero qué malísima suerte tiene el Betis. Ese podría ser el razonamiento de cualquier bético tras el buen resultado que le dio a su equipo la implantación del VAR en un amistoso. Mala suerte no sería, pues si no hubiera sido por dicho artilugio, habría ganado el Milan. Mala suerte, no, cómo va a ser mala suerte si el triunfo llegó por los designios de ese aparato. Pues sí, mala suerte de que ocurriese en un bolo y no en un partido oficial.

A mí me gustaría más que los errores humanos se repartiesen a partes iguales y no siempre sobre los mismos. Me causó hilaridad, preocupante hilaridad, ver cómo el triunfo del Betis en Catania se achacó a dos favores del VAR y no a que el puñetero VAR sirvió para sacar al colegiado de sus errores. Dos errores que, como en tantas y tantas ocasiones, hubieran quedado impunes si el cuarto árbitro no hubiese mandado parar tras la comprobación on line de que el jefe había errado.

Preferiría que no existiese el VAR y que hubiera un más acentuado sentido de la imparcialidad en el estamento arbitral. No me gustan los parones en el juego, pues si algo impulsó al fútbol a ser el mayor espectáculo del mundo fue su inmediatez, su ritmo sin pausas y, también, esa concesión y aceptación del error que hace que el tercer tiempo de cada partido dure hasta el partido siguiente. El fútbol, como la rosa, no debería ser tocado porque tal como es resulta apasionante, pero...

Claro que si implantando el VAR se evita que valga un gol con la mano o en fuera de juego a la par que impide que se castigue con penalti un derribo fuera del área o que desvele la intención del codo que sale de paseo, pues qué vamos a hacerle, habrá que aceptarlo. Pero hay que aceptarlo con todas sus consecuencias y sin que haya opción a protesta alguna. Hay que darle la autoridad que tiene el ojo de halcón y por supuesto considerar que hace justicia, no que reparte favores.

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