La crónica económica

Rogelio Velasco

¿Vale la pena ser licenciado?

HASTA finales de los sesenta, las puertas de la universidad española estaban cerradas para casi todo el mundo. Fue en la siguiente década cuando se abrieron, convirtiendo la educación superior en servicio público masivo al alcance de la mayoría de los españoles, especialmente de los que vivían en zonas urbanas.

Una sociedad tradicional produce profesiones tradicionales. Y en España, el número de alumnos en las facultades de Derecho y Medicina superaron, en algunos años, a los de las mismas disciplinas en toda la Comunidad Europea. No resulta extraño que en algún caso batamos récords mundiales: hay más abogados por habitante en nuestro país que en ningún otro del mundo, habiendo superado ya a EEUU.

El mercado ha ajustado, en el caso de Medicina, el brutal desequilibrio entre oferta y demanda de titulados: hemos pasado de falta de plazas para especialistas a tener que importar en algunos casos a profesionales de otros países.

España ha estado durante muchos años a la cabeza de Europa en licenciados por habitante. Sin embargo, algo ha ocurrido durante la última década que nos ha hecho retroceder posiciones y situarnos por debajo de la media de la OCDE. Según un estudio aparecido hace unos días, desde el año 2005 nuestro país se encuentra por debajo de la media en cuanto a número de licenciados e ingenieros en relación con el total de ocupados.

¿Qué ha pasado? Como la investigación del profesor de Harvard Lawrence Katz ya demostró para EEUU, la oferta y la demanda de titulados explica, básicamente, los salarios pagados, así como también la diferencia salarial con los no licenciados. En España, un licenciado gana un 27% más que un trabajador sin licenciar, siendo algo mayor -36%- en las mujeres.

Si se computa no sólo los años en que se percibe un salario, sino todo el ciclo vital -periodo de formación, renta que se deja de ganar cuando se estudia, pensiones, etc.- la diferencia se reduce a sólo el 4% para los hombres.

En conjunto, la diferencia salarial de un licenciado varón español con un no licenciado, es la más baja de toda la OCDE. Las mujeres ocupan el quinto lugar por la cola.

El antiguo exceso de oferta de licenciados y, en consecuencia, sus bajos salarios, se refleja en el hecho de que el 30% ejerce una labor que requiere una formación inferior a la que posee. La huída de las profesiones manuales explica también su parte, especialmente durante la última década. Hemos tenido que importar albañiles, fontaneros y electricistas de países extranjeros. La subida salarial de estos grupos ha sido espectacular, en muchos casos superior al de los licenciados, reduciendo la brecha salarial con éstos.

¿Merece, pues, la pena, estudiar una licenciatura o ingeniería para conseguir apenas ventaja salarial sobre los que menos estudian? Desde un punto de vista estrictamente económico e individual, las ventajas no parecen estar claras, aunque se obtiene antes empleo y hay menos probabilidades de quedar desempleado, entre otras ventajas.

Para el conjunto de la economía, no hay lugar a dudas. Un país sin el número suficiente de científicos, ingenieros y economistas está abocado al estancamiento y al declive, reduciendo las posibilidades de toda la población.

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