Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Valladares

ERA la voz, la voz más nuestra, además de dominar todos los registros interpretativos con una solvencia indiscutible. Durante años armaba el teatrillo matinal junto a María Teresa Campos, un pasatiempo jaleado, formando un matrimonio de mentirijillas, a la riña con su consorte televisiva como Valderrama y Dolores Abril. Esa animación que interpretaba cuando los siglos cambiaban, en TVE y en Telecinco, retomaba su andadura en los primeros años de la televisión. El pileño Paco Valladares fue de los iniciales rostros en asomarse a la pantalla, con Jesús Álvarez o Laura Valenzuela, en aquellos tiempos pioneros donde había que pronunciar, y hasta improvisar, en directo incluso los anuncios. A sus espaldas lucía un bagaje inigualable en experiencia tanto en los escenarios como en los platós. Algún despistado podría sólo relacionarle con aquellos sketches mañaneros, pero Valladares era de los grandes, de nombre tan mayúsculo como su empaque. María Teresa Campos y su gente en Qué tiempo tan feliz no podían ayer contener la emoción en antena tras anunciarse el fallecimiento. Emociones que también transmitía Valladares en sus declamaciones poéticas. No hay nadie que haya recitado como este actor sevillano. Capaz, con su retranca de humor, de sacar un partido lírico insospechado a vulgares canciones veraniegas, en aquellos encargos de Guillermo Summers.

Se nos va quien protagonizó la primera serie española rodada en formato de cine, Diego de Acevedo, la biografía de un héroe de la Armada, y que se estrenó en octubre de 1966. La televisión empezaba a tomar un rumbo ambicioso y aquella voluntariosa producción experimental es la tatarabuela de El barco. Valladares era de la familia, por su papel en David Copperfield, sus apariciones en las zarzuelas o en tantos Estudio 1 que reflejan una trayectoria admirable. Gran andaluz.

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