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La ciudad y los días

carlos / colón

Vanguardia de los días felices

SEGUIMOS con Rooney en Sevilla. Cumpliendo su lema "¡A la felicidad por la vía del cine!", como prometía en su apabullante campaña de 1943 con la que anunciaba su regreso al mercado español, la Metro estrenó El joven Edison en el Coliseo España en las navidades de 1943 como la primera de las nuevas películas de la joven estrella que ofrecería la lujosa sala -lámpara de araña, escaleras alfombradas, frescos, maderas nobles, azulejos, telón bordado- que en aquellos años obtuvo el privilegio de la exclusiva de los estrenos MGM. Le siguió Andrés Harvey, tenorio en marzo de 1944.

Los musicales de Mickey Rooney y Judy Garland dirigidos por Busby Berkeley llegaron a Sevilla, siempre en el maravilloso Coliseo España que una ciudad civilizada no habría perdido, en mayo de 1944 con Hijos de la farándula. En 1945 y 1946 -colándose por en medio el tardío estreno de El Mago de Oz- le seguirían Armonías de juventud y Chicos en Broadway.

Es difícil imaginarse hoy lo que representaron estas películas, ya fueran vistas en el lujoso Coliseo España, en los buenos cines de reestreno preferente, en los de los barrios más modestos o en los de verano, en una España de Flechas y Pelayos, desvaríos imperiales, achicoria, pan negro, cartillas de racionamiento, sombríos ejercicios espirituales jesuíticos, habitaciones mal alumbradas por lámparas con casi todas las bombillas aflojadas, ruido de lentejas al caer en la olla abollada y al ser removidas para quitarles los bichos y las piedras, ropas heredadas y arregladas, gente probándose gafas y dentaduras usadas en el Jueves, olor a humedad y a meado de gato, tantos lutos de velo largo, señores con los pantalones por los sobacos que escupían donde se les antojaba, estraperlo y puestos de gandinga en los mercados.

Bastaba entrar en un cine -esas "cuatro paredes que son los límites de un mundo propio" que decía la propaganda Metro- para que todo eso desapareciera siquiera durante un par de horas por obra de Mickey Rooney y Judy Garland cantando y bailando Strike Up the Band, Our Love Affair o Good Morning. Eran jóvenes, independientes, alegres, descarados, modernos, audaces... La misma encarnación de la espléndida y arrogante vitalidad de un país que parecía todo nuevo, brillante y limpio. Quien lo vivió y lo disfrutó me lo contó. En su nombre le doy las gracias a Mickey Rooney ahora que ha ido a reunirse con ella.

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