EL alcalde, subido desde hace ocho meses en la ola de su arrollador triunfo electoral, ha visto esta semana cómo de pronto le crecían los enanos y se veía obligado a afrontar la primera crisis que compromete la credibilidad de su gobierno: el caso de los enchufados del PP en los distritos demuestra que en todas partes cuecen habas. Y por si fuera poco, la fama de "desbloqueador" que él mismo se ha encargado de proclamar se la echaba por tierra Ikea al recordar que al asunto de su instalación en San Nicolás Oeste le quedan todavía demasiadas puntadas como para poder cantar victoria. Hay semanas que no está uno para nada.

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