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La ciudad y los días

Carlos Colón

Venid, adoradores

COMO Bernardette ante la gruta de Lourdes o Lucía Dos Santos ante la Cova de Iria; como los mariscales asistiendo en Notre Dame a la imperial auto coronación de un Napoleón mitológicamente engendrado por las Luces y la Revolución para llevarlas a Europa; como Moisés ante la zarza; como los discípulos en torno a la mesa de la última cena (ya sea en la versión canónica de Leonardo o en la bufa del Viridiana de Buñuel); como Eckermann recogiendo en Weimar las últimas palabras de Goethe: así parecían estar los periodistas que entrevistaron (es un decir) a Zapatero en un 59 segundos en el que hasta los micrófonos retráctiles se quedaron, por una vez, inmóviles como serpientes hipnotizadas. En cuanto al presidente, libre de oposición y rodeado por la prensa adorante, parecía creerse un líder nato, invicto y laureado, una zarza de ardiente autocomplacencia e inextinguible optimismo, un mesías del progreso o un maestro que dicta cuando habla y deslumbra cuando afirma.

¿La inflación y los precios?: "Van a empezar a bajar". ¿La crisis económica?: sólo una "desaceleración". ¿El desbarajuste de la justicia?: "En 30 años de democracia no hemos conseguido que la Justicia funcione a la altura de la que es la octava potencia mundial" (…30 años, sí, de los que el PSOE ha gobernado 18). ¿El crecimiento del paro?: "Un pequeño repunte dentro de una situación razonable". ¿La improvisación con que se abordado la cuestión del aceite de girasol?: "Prefiero una crítica por exceso antes que por defecto". ¿El paro afectará a los inmigrantes?: no será grave porque muchos se volverán a sus países. En cuanto a la pregunta poética de Onega sobre el sufrimiento del presidencial corazón socialista ante los padecimientos -precios, paro, inflación, vivienda- de quienes menos tienen, provocó la mejor frase de la noche: "Mi corazón socialista ha crecido con el ejercicio del poder".

El programa, nacido por inspiración monclovita en emulación del protagonizado por Esperanza Aguirre y tan a presión que obligó a desplazar el Dansin Chiki chicki, logró sus objetivos: Zapatero superó en 750.000 espectadores los 3.000.000 de la Aguirre. Hasta se superó a sí mismo, no sólo en lo que a su vanidad se refiere, sino a la audiencia: tuvo un millón y medio más de espectadores que en su comparecencia de abril de 2005. Y TVE, además de servir a su señor ayudada por los periodistas adoradores, logró un record de audiencia sólo superado por CSI. Todos rieron, mientras sobre Rajoy -tocata y fuga de Zaplana- caen los trozos de su partido como los del pompeyano templo de Isis sobre el malvado Arbaces.

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