Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Vida en la Cartuja

La ciudad está acostumbrada a convertir las oportunidades en problemas; con Torre Sevilla ha pasado lo contrario

Torre Sevilla ha empezado ya a cambiarle la cara a la Cartuja, que durante el último cuarto de siglo, desde que se cerró la Expo, se había convertido en una especie de depósito de empresas y de facultades universitarias, pero a la que le faltaba, sobre todo tras la puesta del sol, vida y que los fines de semana se transformaba en un erial en el que se sentía la soledad por sus cuatro costados. Ahora, con el rascacielos casi en pleno funcionamiento, gracias a la ocupación de las plantas altas con un hotel, con el Caixafórum convertido en motor de una interesante oferta cultural y con la zona comercial a punto de convertirse en una realidad, el paisaje de la isla está cambiando y la zona va camino de convertirse, como dijo el alcalde hace unos meses, en una nueva milla de oro.

Sevilla está acostumbrada a convertir las oportunidades en problemas. Se podrían citar decenas en todos los órdenes: empresariales, culturales, patrimoniales... Miren, sin ir más lejos, lo que está pasando desde hace décadas con las Atarazanas, que era el edificio histórico elegido en un principio para ubicar el Caixafórum, o con la Fábrica de Artillería, por citar sólo dos ejemplos de incuria patrimonial que ninguna ciudad de la importancia de Sevilla debería nunca permitirse.

Con Torre Sevilla ha pasado, y debemos felicitarnos por ello, justamente lo contrario. Lo que era un problema de dimensiones parecidas al enorme rascacielos que diseñó César Pelli no se sabía muy bien para qué, ha terminado convirtiéndose en una oportunidad. Cuando se anunció y empezó a construirse nadie en la ciudad daba un duro por su viabilidad y por su capacidad para generar negocio. Se consideraba fruto de un sueño megalómano surgido del Ayuntamiento y de la dirección de la Caja de Ahorros de aquella época y un gasto desorbitado que nunca se convertiría en una inversión.

Sin embargo, las cosas cambiaron. Lo hicieron fruto de la gestión eficaz y profesionalizada que se aplicó al espacio por parte del equipo de Caixabank. Nada más terminar la obra se consiguió que empresas de prestigio en la ciudad anunciaran su instalación en la torre. El Caixafórum, que la falta de visión local impidió que sirviera para rehabilitar las Atarazanas, terminó aterrizando en uno de los edificios aledaños y con ello empezó a cambiar la percepción que se tenía de aquella zona de Sevilla.

A diferencia de lo que sucede demasiadas veces en Sevilla, en esto caso se demostró que con dedicación y excelencia se pueden sacar adelante proyectos que en principio sólo presentan dificultades. Cuando se inaugure se zona comercial y de hostelería, Torre Sevilla será una referencia de cómo puede ser la ciudad si las cosas se hacen como se debe.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios