La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ante la Virgen del Rocío

Nadie falta, estén allí con vosotras o con esa Virgen cuya sonrisa sabia resuelve todos los misterios de dolor

Una casa es una construcción: una cosa. Un hogar es un grupo de personas que se quieren y conviven: un sentimiento. Son cosas muy distintas. A House Is Not a Home cantaba Dione Warwick: "Una habitación sigue siendo una habitación/ cuando no hay nadie allí./ Pero una habitación no es una casa/ y una casa no es un hogar/ cuando no hay nadie que te abrace". Frente al hogar, la casa parece tener la perdurabilidad de las cosas cuando se comparan con los frágiles seres. El hogar es una construcción emocional y por ello aparentemente más frágil que la casa. Desaparecen las personas que hacían de la casa un hogar y ella sigue allí. Los mismos muros, las mismas habitaciones… Pero muertas. Sin embargo el hogar es más perdurable que la casa porque ni los sentimientos ni quienes los sienten mueren.

Hay hogar donde hay amor y memoria. Sin que importen la distancia, la separación ni la muerte. Y menos entre quienes están reunidos hoy en la aldea en nombre de la Madre de Dios. Rezando, cantando, bailando y bebiendo por el contento de estar juntos un año más y porque basta mirar a la cara de la Virgen del Rocío para sentir esa alegría limpia como el agua de pozo y pura como el olor del romero. Llorando también, porque somos humanos. Pero lágrimas puras que son ofrenda. Y si hay fariseos que se escandalizan porque se rece cantando, se baile, se beba y se llore -como si fueran cosas contradictorias Dios y la alegría, religión y fiesta, sentir la presencia y llorar la ausencia- que no olvide que está escrito que quienes vieron a la Virgen y los apóstoles después que el Espíritu descendiera sobre ellos dijeron: "Lo que pasa es que están borrachos".

Hay razón para la esperanza y por ello para la alegría. Pese a todo. La Comunión de los Santos lo garantiza. Unos viven "con" nosotros y otros "en" nosotros; unos viven aquí y otros donde todos nos reuniremos en el nombre del Dios cuyo Espíritu descendió sobre los hombres tal día como hoy, hace dos mil años. ¿O no viven Nacho, Félix y Juan en vosotras, queridas amigas de la calle Almonte, como viven ante la Virgen cuya imagen veréis navegar mañana ante vuestro hogar rociero? Porque hogar es la casa que cada año os reúne en el Rocío con cuantos queréis y os quieren, estén allí con vosotras o con esa Virgen cuya mirada baja ve más allá de las apariencias y cuya sonrisa sabia resuelve en gloria, luz y gozo todos los misterios de dolor. Fiaos de Ella.

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