ES una estupenda idea cuya aplicación efectiva merece el elogio. La Universidad Hispalense y el Consorcio de Turismo ofrecen descuentos y atenciones a los familiares y amigos de los miles de estudiantes extranjeros que proliferan por Sevilla, para que viajen a la ciudad y la disfruten a la par de convivir unos días con sus hijos. Es un filón sin explotar para el alicaído panorama hotelero, hostelero y comercial. Y una escuela de embajadores para promocionar Sevilla en sus países.

La Olavide, por su parte, le da la bienvenida al alumnado internacional enseñándoles Sevilla en bus panorámico. No se quejarán del recibimiento, como cicerones somos cum laude. Ambas universidades, sin olvidar a la UNIA, y a los centros de enseñanza de idiomas, encabezados por Clic, están acrecentando la presencia de jóvenes europeos, latinoamericanos y norteamericanos que aportan riqueza tangible e intangible a una ciudad que en el futuro tendrá que vivir más de la calidad de la enseñanza en la calidez de su ambiente.

Los estudiantes generan ingresos para las instancias educativas; mantenimiento y renta para viviendas del centro; facturación para los supermercados y para el sector del ocio. Y aportan a muchos jóvenes sevillanos el conocimiento directo de sus mentalidades, motivaciones y experiencias. Saludable para reequilibrar la percepción de lo que somos y lo que podemos ser.

El único pero del programa Visit US in Seville no está en el árbol de la autoridad. No sé si a muchos jóvenes que han optado por Sevilla para vivir la experiencia erasmus o estudiar la lengua española les cortará el rollo la presencia de sus padres, siquiera por unos días. Porque la ciudad de noche se la conocen estupendamente: la calle Pérez Galdós en la Alfalfa, la calle Betis en Triana, etc. Enrolados en pandillas, son parte indisociable del paisaje y el paisanaje. Una presencia que se agradece. Si no estuvieran, se les echaría de menos. Porque sin ellos el vacío del centro se notaría demasiado.