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Coge el dinero y corre

fede / durán

Vuelva usted mañana

LA secuencia es más o menos como sigue: cada año, el Gobierno lanza su pronóstico macroeconómico, los organismos internacionales del ramo lo modifican a la baja y un portavoz de Rajoy, normalmente De Guindos, admite con varios meses de retraso que sí, que los demás tienen razón, que España seguirá en el hoyo. Cada año, la zanahoria de la recuperación se sitúa en el siguiente ejercicio, como si un obstinado voluntarismo pudiera doblegar la mente del especulador. Es una zanahoria móvil, pícara, capaz de mantener siempre la misma distancia con el esperanzado, el desesperado y el derrotado. La superación de la crisis es el vuelva usted mañana de la economía.

Cada año, puntualmente desde 2008, la neurosis del guarismo se repite. La prima de riesgo vive en los salones de provincias, en los palacios presidenciales y en los periódicos serios, que cada día se parecen más a los deportivos. Ayer, el diferencial con el bund toqueteaba los 300 puntos básicos, el Tesoro colocaba letras a tres meses a un fantástico 0,15% y el Íbex 35 repuntaba hasta los 8.289 puntos. Serían buenos números si no fuesen tan malos. Pagar tres puntos porcentuales más por el bono a diez años supone, traducido al lenguaje del inversor, que Alemania todavía se financia mucho más barato porque no corre peligro, cuando su suerte está ligada a las de España e Italia. Esto sólo lo vemos nosotros, así que toca rascarse el bolsillo. Con la Bolsa sucede lo mismo: en Madrid operan valores muy sólidos cuyos resultados dependen cada vez menos del mercado nacional, pero sus acciones están regaladas. 8.200 puntos parecen el súmmum, pero a finales de 2010 un analista de pedigrí vaticinaba en la tele que el Íbex superaría los 11.000 en 2011. El Banco de España se apunta también a este falso optimismo al anunciar que casi se nos acabó la recesión. En realidad, el PIB se contrajo nuevamente en el primer trimestre (-0,5%), pero la balanza pronto se equilibrará, según el supervisor, por la pujanza de las exportaciones (salvo que Alemania flaquee) y una caída del consumo menos triste de lo habitual.

Esta batalla se juega en realidad en el terreno de las ideas. Merkel ensancha su soledad en la defensa de la austeridad a ultranza y hasta Bruselas le da la razón a sus opuestos cuando concede a Rajoy dos años más para cumplir el objetivo del 3% de déficit. El FMI, EEUU y su Reserva Federal, los Brics y hasta el Parlamento Europeo se inclinan por recetas mixtas donde las políticas expansivas (las del efecto multiplicador) convivan con la racionalidad del gasto público, una premisa que nadie en su sano juicio niega a estas alturas.

Lo del Parlamento Europeo llama la atención: con una mayoría claramente conservadora y muchas otras sensibilidades presentes en el hemiciclo, su voz es única en este debate. Pese a las presiones del Consejo, pese al inmenso poder de intimidación de Alemania, los eurodiputados, menos sometidos a las servidumbres políticas que sus ministros compatriotas, han acabado entrando en razón. A este paso el euro sobrevive a la Merkel.

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