ARDE la Liga, bulle la competición, vuelve la Liga de Campeones, se anhela la Copa del Rey de fútbol, se finiquita la de baloncesto, se apresura la Fórmula 1, se aguarda al Mundial de MotoGP, se desea el regreso del tenis de alta competición… Se aproxima, como siempre, la temporada caliente del deporte mundial… Y español. Y así, entre grandes expectativas y como el que no quiere la cosa, se cuela por los teletipos una de las grandes noticias del año, una de las peores, eso sí, para nuestro Sergio García. Vuelve Tiger Woods, vuelve la magia, vuelve el rey.

Huelga decir lo que supone esto para el deporte mundial. Aquejado de la rodilla y tras haberse exprimido más de lo necesario, el mejor golfista de todos los tiempos colgó la bolsa para meterse en el quirófano el pasado 16 de junio de 2008 en el campo de Torrey Pines. Lo hizo con su tercer US Open en el bolsillo, pero con amargura por tener que renunciar al Open Británico (que se llevó Paddy Harrington), por tener que renunciar al PGA (que también se llevó Harrington) y por tener que renunciar a la Ryder Cup, que se llevó Estados Unidos en Kentucky en una de las ediciones más descafeinadas que se recuerdan.

Ocho meses fuera y, aun así, un liderazgo en el golf el del norteamericano que no se discute. Tiger Woods vuelve a las calles este miércoles en el Accenture Match Play (Tucson, Arizona), un torneo en el que es el vigente campeón y en el que, pese a sus manifestaciones de estar preparado para todo, no se espera más que una toma de contacto. No así para las cadenas televisivas, que han visto cómo el golf perdía nada menos que un 30% de audiencia con la ausencia de Woods. Y tampoco para Jack Nicklaus, cuyos 18 majors vuelven a estar en peligro. Tiger suma 14 con 33 años y rodilla nueva. Preparen grandes titulares.