la esquina

José Aguilar

La acera, para los peatones

EL ministro del Interior ha anunciado su propósito de reformar el reglamento general de circulación en dos aspectos: para obligar a los ciclistas a utilizar casco en las vías urbanas y para excluirlos de las aceras. Es un viejo proyecto que no pudo llevar a cabo, como quería, el anterior director de Tráfico, Pere Navarro, el político que más éxito ha tenido en la lucha contra los accidentes.

El anuncio ha sublevado al influyente lobby de los usuarios urbanos de la bicicleta. Consideran, no sin razón, que el uso del casco resultaría ineficaz desde el punto de vista de la seguridad vial, además de molesto y poco operativo. De hecho no se ha implantado en los países en que la bici se ha convertido en un medio de transporte generalizado, saludable, cómodo, barato y no contaminante.

Por el contrario, no es razonable su oposición a que los ciclistas dejen de circular por las aceras, que es lo que está pasando en muchas ciudades y pueblos, en detrimento de la seguridad y tranquilidad de los peatones. Con la implantación del carril bici se ha avanzado enormemente en la humanización de la vida urbana y se ha puesto justo freno a la invasión de coches y motos que han registrado los cascos históricos. Lo que ha ido ocurriendo es que sus promotores se han pasado de frenada (mejor dicho, de no frenada) y han terminado invadiendo a su vez el territorio propio de los que van a pie, que, por cierto, somos todos alguna que otra vez.

De este modo se pervierte la lógica de la convivencia armoniosa entre peatones y ciclistas, y también la lógica puramente gramatical. Acera, en efecto, es "la orilla de la calle o de otra vía pública, generalmente enlosada, sita junto al paramento de las casas, y particularmente destinada para el tránsito de la gente que va a pie" (Diccionario de la Lengua Española). En cuanto a la calle peatonal, la propia expresión indica su significado: calle para peatones.

Cierto que los tribunales han dado luz verde a las ordenanzas municipales que permiten a los ciclistas circular por las aceras y por las vías peatonales. Simplemente, muchos no estamos de acuerdo. La idea de que los usuarios de bicicletas deben en ambos casos ir a una velocidad moderada y respetar los derechos de los peatones pertenece al reino de la utopía. No se corresponde a la realidad cotidiana visible para cualquier observador no fanatizado: la cuerda se rompe por el eslabón más débil, que es indudablemente el que va a pie. De modo que carril bici, todo el que haga falta, pero en caso de conflicto hay que proteger al que está en inferioridad de condiciones.

Si fuéramos holandeses, alemanes o daneses la convivencia sería posible y el respeto mutuo estaría asegurado. Aquí no.

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