Comparecencia crucial del Sevilla para su despedida del Calderón, esa especie de territorio comanche al que nunca volverá el equipo sevillista. El estadio Vicente Calderón escenificará un clavo muy caliente al que quiere agarrarse su propietario para continuar con posibilidades de dar caza al Sevilla a fin de desposeerle de una tercera plaza que, a falta de platos más sabrosos, se ha convertido en la nueva tierra prometida.

Llegan ambos con el ánimo dispar, pues si el Atlético lo hace con la posibilidad de vengar al Sevilla, el equipo de Sampaoli lo vive con la sensación de haber desperdiciado una ocasión única de hacer más historia. La tragedia de Leicester con su barahúnda de penaltis errados sólo puede subsanarse con un triunfo esta tarde junto al Manzanares. Lamerse las heridas durante más tiempo del debido no entra en el ideario sevillista, de ahí que parta con un voto de confianza.

Tiene miga el partidito, tanta que ha traspasado las fronteras hasta paralizar prácticamente la actualidad en Argentina. El duelo entre Simeone y Sampaoli polariza los noticiarios junto al Plata de tal forma que hasta parecen redivivos aquellos contenciosos entre menottistas y bilardistas. Y hasta se han establecido las posiciones de forma clara, pues mientras los bilardistas siguen la fe de Simeone, los del Flaco comulgan más con el amateurismo y la cháchara de Sampaoli.

Pero el fútbol es cosa, sobre todo, de los futbolistas y serán ellos los que deban dirimir esta tarde un pleito tan apasionante. El de la primera vuelta se dio cuando el Sevilla embocaba la cresta de la ola y decidió una espectacular contra de N'Zonzi. No fue mejor el Sevilla, pero el botín cayó de su lado y por ahí arrancó la carrera que iba a determinar mostrarle la matrícula al rival. Hoy son cinco puntos los que les distancia y nadie negará que este adiós del Sevilla al Calderón tiene miga.