S UELE pasar que un mal resultado en pretemporada mueva a llevar la alarma al aficionado y el del Betis antier noche en Lepe no pudo ser peor. También convendría recordar 2004 con el catastrófico verano de la reaparición de Lorenzo Serra y el felicísimo remate que se dio en 2005, plagado de hitos inolvidables. Con esto quiero decir que lo de las pretemporadas no tienen por qué ser rigurosas pruebas del nueve, pero lo de Lepe antier noche...

Con más de 30.000 clientes fijos no puede moverse el Betis tan timoratamente. Por cierto que hay que ver lo que molesta a algunos que se airee el volumen de dicha masa social. Pero vayamos a cosas serias y muy serio es que el ensayo lepero mueva a la falta de confianza. Desconfianza en una plantilla remozada, pero en la demostración palmaria de que todo remozamiento lleva aparejada la obligación ineludible de mejoría y esa mejoría no aparece, al menos por ahora.

Y otra cuestión en la procelosidad de este verano martirizado por el viento, solano tierra adentro y de levante en el litoral, es la situación de los descartes. Y entre esos descartes, un caso muy especial, el de Álvaro Vadillo. Viendo la dificultad que supone la poca presencia de canteranos a la hora de oficializar el plantel, creo que se le podía hacer sitio al portorrealeño. Aplicar el beneficio de la duda y a esperar a que su reconocida velocidad aparezca de una vez por todas.

Pide a voces Mel un aporte de velocidad para la buena marcha del negocio y por ahí debería reconsiderarse la situación de un futbolista tan prometedor como perjudicado por las lesiones. Como difícilmente va a llegar quien dé lo que el club pretende, bueno sería dar marcha atrás para que Vadillo sea uno más.

P.D.: Que la AFE aconseje dar vacaciones en vez de trabajar aparte parece de aurora boreal. Y es que los planteamientos sindicales son, a veces, inexplicables.