Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El alcalde tranquilo

Espadas, en el ecuador del mandato y sin presentar un gran balance, tiene el camino despejado para la reelección

Habría que remontarse años, muchos años, para encontrar un mandato municipal con tan pocas tensiones y en el que el alcalde pudiera manejarse con tanta tranquilidad. Juan Espadas alcanza estos días el ecuador de su mandato y lo hace con un horizonte sin nubes. Cuando en junio de 2015 llegó a la Plaza Nueva lo tenía todo en contra: había perdido las elecciones, tuvo que forzar una alianza, en la que nunca creyó, con la extrema izquierda para lograr la investidura y cuajó un equipo de gobierno corto de expectativas. Además caía sobre él la sombra de la todopoderosa Susana Díaz desde San Telmo y ya se sabe que en Sevilla los alcaldes socialistas no tienen permitido toserle a la Junta, lo que contribuía a limitar su campo de acción.

Sin embargo, Juan Espadas, un socialdemócrata de vieja escuela, pragmático y que ha aprendido a no adelantar un pie sin tener firmemente asentado el otro, empezó pronto a manejarse con una habilidad digna de elogio. Se desembarazó de la incómoda alianza con IU y la marca local de Podemos acercándose a Ciudadanos, que necesitaba apuntarse algunos logros porque en la capital no es una marca que levante pasiones. Al mismo tiempo el alcalde optó, quizás porque no tiene otro, por un perfil bajo con el que ha logrado, sin embargo, una imagen de eficacia a costa de ser prácticamente un desconocido cuando camina por la calle. Pero, sobre todo, vino la fortuna a verlo cuando el PP, que tenía la responsabilidad de marcar una oposición dura y trabajar para recuperar la Alcaldía, decidió autodestruirse con la salida de Zoido y las luchas intestinas que lo tienen, por tiempo indefinido, desaparecido en combate.

¿Y el balance de estos dos años? Discreto, como el alcalde. No ha habido grandes meteduras de pata, pero Sevilla no ha experimentado mejoras que no quepa atribuir a la recuperación de la economía nacional. Los grandes problemas, desde la suciedad insultante de muchas calles a la falta de un proyecto de ciudad, siguen donde loS dejaron sus antecesores. Y sin visos de que la situación cambie. Aun así está teniendo la habilidad de marcar pequeños hitos que hacen que el mandato no esté resultando tan vacío como alguno de los anteriores, en especial el último.

Resuelta la incógnita de si Susana Díaz se marchaba a Madrid, Espadas, que acariciaba la idea de cambiar Sevilla por Andalucía, tiene el camino despejado para la reelección y mucho va a tener que correr el PP para presentarle una alternativa que ilusione a los sevillanos. El alcalde ha tenido suerte, pero no se ha dormido en el despacho. Él, como seguramente usted, tiene edad suficiente para saber que la suerte es sólo de los que se la trabajan a conciencia.

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