JUNIO es el mes en el que más florecen los currículos, al calor de las sustituciones de verano. Este año, junio huele mucho a currículos para la renovación de la mayor parte de los cargos públicos municipales de libre designación que dependen de los alcaldes. Para precisar más, al aliño que se le echa a esos currículos para ser presentados ante la opinión pública y justificar los méritos del elegido para cada cometido de relevancia. Hablando en plata, y sirviéndonos del símil futbolístico, mercado en el que también es la época de aliñar muy bien los currículos de los jugadores descartados con el fin de traspasarlos a ligas donde parece dar igual ocho que ochenta, tanto de Odonkor como de Rubén Castro se puede decir que han formado parte de la plantilla que ha devuelto al Betis a Primera. Y manejando las palabras con habilidad, ocultando la verdad más relevante, se puede redactar que el velocísimo extremo germano es un internacional y mundialista que fue una gran apuesta del equipo verdiblanco, o decir que el delantero canario llegó de rebote procedente del Dépor coruñés y no se ha asentado en ninguno de los ocho equipos en los que ha jugado en las últimas once temporadas.
Llegan los primeros nombramientos de Zoido para los altos cargos. Y se echa una vez más en falta el método de la democracia norteamericana para que la persona designada comparezca ante una comisión, en sesión pública, y le frían a preguntas con el fin de conocer de verdad sus aptitudes, sus experiencias y sus propuestas.
Es difícil incorporar a profesionales de éxito porque no se les pueden ofrecer sueldos atractivos y porque su porvenir en la Administración está condicionado a los peldaños que, a corto plazo, su padrino suba o baje en la carrera política. Estas y otras cuestiones van a sazonar las conversaciones de los profesionales de muchos sectores cuando se corre la voz sobre el nombre del elegido por Zoido y sus nuevos concejales. Ha llegado la prueba del algodón.
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