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con efecto

Javier / Mérida

La anestesia impedirá, salvo sorpresa, la democracia

ESCUCHANDO ayer la brillante disertación de Emilio Soto en Radio Sevilla, me dio por pensar cómo Beticos por el Villamarín (BxV) o cualquiera de los grandes capitales que están a un paso de quedarse sin representación mañana en el consejo de administración no dan un paso adelante. El portavoz de BxV explicó de forma magnífica cómo José Antonio Bosch está ninguneando a su formación y a Por Nuestro Betis (PNB), no sólo a la hora de otorgarles representación (es una argucia decir que no pueden estar inmersos, ya que en la causa apenas hay personados diez), sino incluso de hacerlos partícipes mediante la consulta del sibilino proyecto que se está tejiendo a sus espaldas.

Bosch tuvo claro desde el primer día con quién debía hablar para que le dijese a gente de qué corte tenía que introducir en el consejo y a cuál contratar y no está dudando en apartar a los principales propulsores del cambio y a su gente de confianza. ¡Ni como asesores!

Ni familias béticas ni nada salvo sorpresa inesperada. Porque habla de un consejo restringido de ocho miembros (los estatutos permiten hasta catorce) sin luz ni taquígrafos y todos de la misma cuerda. Y es que para eso controla el 51,34% y hace lo que le viene en gana sin que nadie le tosa (¿les suena?).

Lo que yo me pregunto es, si viéndolas venir, y a horas escasas de la cita, no tendría algo que decir el porcentaje de capital restante presente en la asamblea. Organizados, ganarían como mínimo un consejero que les rindiese cuentas. Y no es momento para los egos.

Se juega otro partido vital para el futuro del Betis y que la democracia reine en su órgano de gobierno, que haya alguien capaz de alzar la voz, se antoja necesario. Luego, sólo habría lamentos de quienes parecen anestesiados por Bosch.

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