puerta de los palos

el Fiscal

Otro año igual

Se felicita el Ayuntamiento de haber recogido casi un 10% más de basura en Semana Santa, metáfora de una fiesta en decadencia con apuntes de hermosura

DICEN que por los mercados y los cementerios se conoce a fondo a una ciudad y a sus gentes, como por las prohibiciones se puede deducir cuáles eran los hábitos de una época. Ya no se prohíbe ni el cante ni escupir en las tabernas, pero sí fumar. Repeluco sintieron algunos al leer el titular del balance oficial de la principal fiesta de la ciudad. El Ayuntamiento celebró la recogida de casi un 10% más de basura, una prueba de que participó mucha más gente que en años anteriores a pesar de la lluvia. Aquí conocemos cómo ha ido la Semana Santa por la basura, metáfora perfecta de una fiesta en franca decadencia. Por la basura se obtiene información. ¿O no? El político aplaude la elevada cantidad de gente como vara suprema para la medición del éxito. También podría afirmarse con toda rotundidad que el público de la Semana Santa es cada vez más numeroso... y está peor educado. Por no decirlo con un lenguaje más grueso. Pero para eso no nos hacía falta la estadística. Eso se ve, se percibe y se sufre desde hace años. La Semana Santa nocturna, antaño la más bella, resulta tan inhóspita como las noches de Feria, valga una comparación hecha aposta. Si creen que es una afirmación exagerada, vean la fotografía que aparece junto a estas líneas y que muestra el aspecto de la plaza del Salvador y parte de la calle Sagasta a las 01:45 del Jueves Santo. Es decir, cuando había pasado la Lanzada por este lugar y estaba previsto que por allí pasara luego la de los Panaderos. Una alfombra de desechos propia de una fiesta universitaria de primavera hubiera recibido a la hermandad de la calle Orfila de no ser por su repentino y accidentado regreso. Pero no importa... ¡si la basura es la prueba de una mayor participación! ¡Venga basura! Lo importante no es ganar, lo importante es participar, que nos decían en el colegio. A participar... y a enmerdar que es Semana Santa.

El buenismo imperante tiende a tratar estos hechos como casos aislados o hasta normales. Así, el vergonzoso caos del vía crucis fue un caso aislado, el esperpento del conflicto de paso entre dos cofradías (con "forcejeos" incluidos, según denunció al día siguiente nada menos que el delegado de Seguridad y Movilidad) ha sido un caso aislado y, cómo no, las cantidades ingentes de basura que dejan los señores abonados de la carrera oficial son normales. En ningún caso son pruebas respectivas de la incompetencia de la autoridad eclesiástica, sujeta a crítica como cualquier poder público; de la supremacía del costalerismo y del bandismo como males de la actual Semana Santa y de la degradación de un público (igual de insensible con la higiene el que paga las sillas que el que andurrea por las calles) que ni le duele su ciudad ni cuida de su fiesta principal. Aquí el amor por la Semana Santa se queda en aceptar todo lo que pasa por la Campana, por la que siguen pasando algunos horrores en forma de insignias de Camelot, algunos pasos dignos para las Fallas, marchas estruendosas idóneas para un after hours y uniformes de músicos propios de domadores de fieras. Pero ya se sabe: todo es preciossssssssso y todo está hecho con muuuuucho cariño. Y si encima hay más basura, es que ha participado más gente. No sabe bien el Ayuntamiento la de basura que hay en la Semana Santa. Pero tela de basura...

La lluvia no es la principal enemiga de las cofradías, como el viento no lo es para la fiesta de los toros, ni los republicanos para la monarquía. A la Semana Santa le afecta un enemigo interior, un Caballo de Troya donde se esconden múltiples factores. Es más, la lluvia ha generado estampas de verdadera belleza si se es capaz de mirar más allá, a través de la vidriera del romanticismo o con la vista educada en las fotos en blanco y negro de Serrano. ¿O no fue bello el paso de la Sagrada Entrada en Jerusalén con la palmera mojada por el agua como el resto de la vegetación de la plaza? ¿O no era imponente el Señor de la Sentencia, menos divino y más humano al estar protegido por un impermeable? La lluvia no daña a las cofradías con la intensidad que lo hace el alarmismo al uso, primo hermano del buenismo, que convierte los porcentajes de riesgo de lluvia en nuevos dogmas de la iglesia capillil. A la Semana Santa se le ha sumado un nuevo tonto del que Francisco Robles debería tomar nota para próximas ediciones de su libro: el tonto del porcentaje.

Se nos fue otra Semana Santa, vivida más en el interior que en el exterior. Otro año igual, con esos vacíos y ese frío desapacible, con el impresentable espectáculo de ver a sevillanos pitando a un paso de palio (también será un caso aislado y no una señal de la espectacularización, vulgarización y galopante decadencia de la fiesta) y con una ciudad privada de grandes e insustituibles cofradías por el seguidismo de una información meteorológica que no se interpretó en algunos casos desde la mesura y el sentido común.

Pero todos tranquilos, que ha habido más basura. Y eso es señal de éxito porque ha habido más gente. Será también señal de que la Semana Santa es más democrática, como debía ser la Feria según la teoría de lo políticamente correcto.., y estúpido. Gaudeamus igitur.

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