Las dos orillas

josé Joaquín / león /

El año del turismo

SON días en los que el centro histórico está masificado, entre los sevillanos y los turistas. Esto sólo sucedía antes en las calles céntricas durante la Semana Santa y la víspera de Reyes, con la cabalgata, pero ahora la costumbre se ha ampliado. Y es curioso el debate sobre el turismo en Sevilla. Nadie le puede negar al Ayuntamiento que realiza un esfuerzo muy notable en la promoción externa de la ciudad. A partir de ahí, está claro que se ha apostado por la cantidad, más que por la calidad. El pasado lunes, Gregorio Serrano presentó los datos de noviembre. Según la Encuesta de Ocupación Hotelera, Sevilla fue la ciudad de España que mayor crecimiento tuvo, con un 9,65%, por delante de Palma de Mallorca, Valencia, Córdoba y Madrid.

A partir de ahí, Gregorio se lanzó y aportó más datos. Así se pudo comprobar que los turistas españoles han crecido un 12,38% y los extranjeros un 6,38%. En el aeropuerto, el aumento de viajeros en la valoración interanual fue del 8,58%. También han aumentado las visitas al Alcázar un 10,75% y se ha superado el récord histórico de visitantes alcanzado en 2011. Todo va creciendo en Sevilla, si hablamos de turismo. Ésta es la capital del turista.

¿Y a qué se debe ese frenesí? El mismo Gregorio Serrano atribuyó los aumentos de noviembre, que era un tradicional mes de temporada baja, nada menos que a Don Juan Tenorio "y a las múltiples actividades culturales". De modo que, así como existe un mayo musical de Florencia, habría un noviembre teatral de Sevilla. Ya teníamos la Semana Santa y la Feria, y ahora Don Juan. De paso, como quien no quiere la cosa, se rompe la estacionalidad. No sólo de su primavera vive la Sevilla eterna.

El turismo de élite o el turismo de masas. Ésta es la cuestión, la eterna dualidad. Eso, como casi todo, viene derivado de la Semana Santa. Es otra disyuntiva asimilada. ¿El Calvario o la Esperanza de Triana por San Pablo? ¿El Silencio o Los Gitanos por Orfila? La Semana Santa de rincones semivacíos en los años de posguerra, o la Semana Santa masificada en todas las esquinas de ahora. La soledad o la bulla.

Tampoco es que haya un turista de ruán y otro de capa. Pero son tiempos en los que se ha apostado por el turismo de masas, que va a más, y crece como si fuera el número de nazarenos de San Gonzalo. En esa situación, hay que mantener los secretos. A pesar de todos los pesares, aún existe una Sevilla oculta, incluso para el turismo.

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