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Tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

El año que viene

EN la geografía de internet se ha tejido una segunda vida del dinero y los negocios, un continente invisible por donde circulan, ajenos al control y las fronteras, quienes han puesto a la globalización la peor de sus consignas: "Especuladores del mundo, uníos". La crisis ha descubierto algunos de los fraudes de esa realidad virtual. Las alcantarillas de la Red -la clandestinidad de los Madoff y compañía- han reventado y afloran sobre la piel del planeta las facturas del festín… Desde la realidad visible, los Estados ponen mascarillas de oxígeno al abismo, mientras, en la superficie, la ciudadanía inhala el ambiente enrarecido de la desconfianza.

Hay otros continentes invisibles. En uno de ellos se arman las nuevas generaciones, las mejor formadas como dicen sus mayores, que son también las peor retribuidas por un sistema envejecido, que las ha hipotecado y alejado del poder. En 2008 se han roto algunas ficciones financieras, pero se han alumbrado los destellos de un cambio profundo, a los cuarenta años del Mayo francés, cuando los jóvenes denunciaron la disonancia entre la ética y las prácticas políticas.

¿Serán los hijos del 68, cuyo espíritu aún impregna ciertas expresiones de la cultura de la izquierda europea, quienes se pongan al otro lado de las barricadas simbólicas que han empezado a levantarse en Grecia? ¿Quién explicará cómo es posible que un mundo que ha crecido en la abundancia haya traducido su riqueza en una mayor explotación de las nuevas generaciones? Se está pidiendo de nuevo, no se olvide, más de ética política y menos desamparo social.

Hay una diferencia, no obstante, entre 1968 y 2008 o, mejor, 2009... La ruptura generacional alcanzó en el 68 a la emancipación precipitada de los jóvenes. Ahora, no se trata de una ruptura familiar -la familia se ha hecho menos patriarcal y es un refugio solidario-, sino de la denuncia de soluciones políticas caducas, la apropiación del espacio público y el estrangulamiento de la sociedad civil. En internet se percibe el continente de los jóvenes y un protagonismo que quiere abandonar el refugio de la red.

Estamos ante un cambio de ciclo, al que ayudará la llegada de Obama. Tendrán dificultades quienes secuestraron la política y abortaron las ilusiones de los jóvenes, cortejados por el marketing de las nuevas caras viejas. La innovación, como parte fundamental de la acción política, debiera ser una combinación constructiva entre la experiencia de los mejores y el impulso creativo de los jóvenes. Pero todo se complica cuando el poder se revalida en el consenso de los secuestradores… Que no nos extrañe que muchos de los que corrían ante la policía en el 68 se vistan, llegado el caso, con el uniforme de la gendarmería.

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