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La crónica económica

Rogelio / Velasco

Cómo aprovecharse de las necesidades del vecino

ESPAÑA se encuentra en una situación vulnerable desde el punto de vista energético. El crecimiento de la renta durante los últimos 15 años ha situado al límite la capacidad de producción de energía. Los recursos que importamos en forma de gas y petróleo son muy elevados y, sobre todo, provienen de zonas políticamente inestables. El norte de África, proveedor de gas y petróleo, sufre una endémica inestabilidad política que traza un futuro muy incierto. Tampoco Nigeria o Venezuela ofrecen un panorama estable. Si hubiese problemas graves -como ya los ha habido- con el gas y el petróleo rusos en Europa, la situación nos afectaría.

A esta dependencia y vulnerabilidad exterior se añaden los propios problemas del mercado doméstico. Las restricciones medioambientales harán cada vez más difícil generar energía utilizando carbón. Las sequías recurrentes que padece nuestro territorio limitan severamente la capacidad de generación hidroeléctrica. El parón nuclear impide abrir nuevas centrales y, según anuncia el actual Gobierno, hay trazado un programa para ir apagando las existentes. ¿Qué opciones hay en el futuro a medio plazo para un país que va a continuar creciendo a un elevado ritmo los próximos años?

Desde hace muchos años se viene anunciando la interconexión de la red eléctrica española con Francia. El país galo es el mayor productor del mundo de energía nuclear. El 80 por ciento de la energía consumida para fines domésticos e industriales proviene de las centrales. La política de independencia energética de De Gaulle ha llenado el mapa francés de centrales, pero le ha otorgado la independencia deseada. La interconexión con Francia a través de los Pirineos sería una buena solución, porque permitiría importar gran cantidad de energía de forma estable y segura. Hace sólo unas semanas se ha dado un impulso al proyecto, que parecía congelado desde hacía 10 años. Pero hace sólo unos días también que aparecen a la luz pública supuestas conversaciones de EDF (la empresa estatal francesa de electricidad) con ACS para lanzar una opa sobre Iberdrola.

El Estado francés posee un 80 por ciento del capital de EDF. Resulta de lo más paradójico y de lo menos aleccionador para la construcción de Europa que los gobiernos franceses se nieguen a que ninguna empresa extranjera adquiera una de su país, pero se sientan con el derecho a realizar operaciones inversas. Esto se produce incluso cuando se trata de empresas privadas. ¿Quién es el Gobierno francés para afirmar que Société Générale -un banco privado- no es objeto de compra por parte de ningún banco extranjero? Y respecto de operaciones de signo contrario, el caso de Sacyr, que lleva dos años intentando ejercer sus derechos en Eiffage, resulta, sencillamente, escandaloso.

Desconozco si España cuenta con más opciones que la interconexión con Francia para mejorar el suministro eléctrico. Pero si ésta es la opción y la moneda de cambio permitir que EDF entre en España cuando tantas trabas se colocan para operaciones de signo contrario, el Gobierno central debería sopesarlo cuidadosamente. Porque no hemos privatizado nuestras grandes empresas de servicios para que vengan a nacionalizarlas nuevamente gobiernos extranjeros.

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