TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

EL norte del casco histórico de Sevilla, donde viven dos tercios de la población de derecho de la ciudad intramuros, ha sido objeto durante el presente mandato municipal de dos grandes operaciones urbanas realizadas en sus únicos espacios públicos de entidad: la Alameda de Hércules y la Plaza de la Encarnación. En ambos casos la transformación llevada a cabo en dichos enclaves se ha financiado gracias a la partida de los sistemas generales del Plan General de Ordenación Urbana, aunque de forma distinta: mientras en la Alameda se apostó por un proyecto centrado en los usos públicos, a pesar de los defectos en la ejecución de la obra, que no mermó las arcas municipales, en la Encarnación se prefirió una concesión privada que ha terminado devorando el 60% del dinero de las infraestructuras de la ciudad con el fin de construir el Parasol. Buena parte del debate político de los últimos años ha versado sobre la idoneidad de estos dos proyectos, dejando fuera de foco un proyecto del PGOU igual de ambicioso para esta zona de Sevilla: solucionar el histórico déficit de equipamientos (colegios, centros de salud, zonas deportivas, dotaciones sociales) que padecen los barrios existentes entre la Alameda y la Encarnación. Los redactores del libro urbano de Sevilla contemplaban obtener mediante operaciones urbanísticas y medidas de equipamiento hasta 35.000 metros cuadrados para ubicar estas dotaciones sociales, incluidas en el primer cuatrienio de ejecución del PGOU. Un lustro después de la aprobación del Plan General, este programa de reequilibrio, cuya incidencia sobre la vida de los ciudadanos es evidente, todavía está por hacer. ¿El motivo? La falta de diligencia tanto de la Junta de Andalucía como del Ayuntamiento. La Alameda y la Encarnación han sido los árboles que impedían contemplar el bosque: la gestión por parte del Ayuntamiento del actual PGOU deja bastante que desear. Los grandes proyectos ocultan en realidad la llamativa desatención del urbanismo social.

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