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De arrepentido a insolente

Miguel Carcaño, el asesino confeso de Marta, dice ahora que no quiere colaborar más en la búsqueda del cuerpo, pero la pregunta es si realmente ha ayudado alguna vez para recuperarlo

muñoz

DICE Michael Connelly en su novela policíaca El Veredicto que un juicio es un concurso de mentiras, en el que todo el mundo miente, los policías, los abogados, los testigos y, por supuesto, los acusados. Miguel Carcaño, el asesino confeso de Marta, desde luego que ha seguido a rajatabla ese patrón. Más de cinco años después del crimen, el joven le ha dicho al juez en una carta que ya no quiere participar más en las labores de búsqueda, sea cual sea su naturaleza, porque ya ha dicho todo lo que tenía que decir.

Cierto es que el acusado, que cumple una condena de 21 años y tres meses de prisión, ya ha dicho muchas cosas, en realidad demasiadas, tantas que han dado lugar a ocho versiones distintas respecto a cómo se produjo el crimen, quién o quienes participaron en el mismo y en las labores para ocultarlo, y sobre todo dónde se deshizo/deshicieron del cuerpo de la desdichada víctima. Realmente esto último es lo único que de verdad le importa ya a la familia de Marta, a la Policía y al juez Francisco de Asís Molina, el magistrado que aún tiene abierta una pieza separada con la esperanza de que algún día puedan devolverle a los padres de Marta los restos de la joven.

Miguel Carcaño ha pasado de presentarse a la sociedad como un delincuente arrepentido, el mismo que hizo creer a la Policía que el cuerpo fue enterrado en la finca Majaloba de La Rinconada y que incluso pidió someterse de forma voluntaria al test de la verdad, a mostrar su verdadera cara: la del delincuente insolente, soberbio y desvergonzado que sólo quiere que le dejen cumplir en paz su larga condena, recluido ahora en la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real).

Si Carcaño no quiere participar en la práctica de nuevas diligencias policiales nadie puede obligarle a ello, como tampoco nadie podía someterle por la fuerza a la Prueba del Potencial Evocado Cognitivo (PEC), la P-300, la misma que ha puesto en evidencia su enésima mentira y ha dirigido a los investigadores hacia una escombrera de Camas como posible tumba de Marta.

Y si Carcaño no quiere que le excarcelen más para participar en las labores de búsqueda, también puede hacerlo, pero su actitud y su falta de arrepentimiento deben ser tenidas en cuenta en lo que se refiere al cumplimiento de su condena y los posibles beneficios penitenciarios a los que pudiera tener derecho conforme vaya cumpliendo la pena. El reconocimiento del delito y el arrepentimiento son precisamente uno de los factores que las juntas de tratamiento de las cárceles tienen en cuenta a la hora de conceder permisos.

Carcaño quiere que le dejen tranquilo cumplir su condena, pues que así sea. Pero que la cumpla íntegra, sin beneficiarse del sistema del que lleva años burlándose de una forma tan grosera que causa vergüenza ajena.

Y para colmo, el ex jefe Superior de Policía de Andalucía Occidental Miguel Rodríguez Durán se descuelga, tras su jubilación, diciendo que han faltado "ilusión y medios" en la búsqueda de Marta. Como responsable del Cuerpo, Rodríguez Durán lo era a su vez de esta búsqueda, por lo que estaba en su mano haber tratado de poner esa ilusión y esos medios. Lamentable.

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