La Catedral, los conventos, Sevilla y sus rincones fueron mil veces retratados, que aquí está casi todo inventado. La fotogenia de esta ciudad y, sobre todo, de sus intimidades no son discutibles y desde Luis Arenas hasta hoy han sido muchos los fotógrafos que la plasmaron con brillantez. Arenas fue el pionero de un género agradecido, pues el fotógrafo sólo tiene que poner una pizca de sensibilidad, que Sevilla se encarga del resto. Pero apareció un artista para que lo realizado hasta su llegada adquiriese la excelencia. Su obra es más de una veintena de libros habitualmente con letra de Paco Robles y música de fotos que son auténticas joyas y sonoros cantos al buen gusto. Antonio del Junco, ese orfebre del objetivo, entra desde ya en el nomenclátor del callejero sevillano y lo hace por la puerta grande de Heliópolis, entre el Claret y Reina Mercedes. ¿Por dónde mejor?