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Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

Los bajos márgenes de las empresas

UN pequeño estudio para la Unión Europea sobre las empresas no financieras pone de relieve una debilidad que vemos en el día a día de nuestras empresas andaluzas, como es el bajo margen que se genera a pesar de los esfuerzos por ganar en competitividad. En este trabajo del Banco Central Europeo se mide el total de beneficios por unidad de producto, respecto al valor añadido o producción, y se concluyen varias cosas. Primera, que los márgenes caen ante la dificultad de las empresas de trasladar a mayores precios sus costes por la debilidad de la demanda de consumo; segundo, desde 2008 cae la participación de los beneficios empresariales de empresas no financieras; en los años anteriores a la crisis habían elevado su participación en el beneficio neto total a un 25% , y caen ahora a un 19% ( el promedio de los últimos quince años está en un 22%); tercero, las empresas tienen dificultades para reducir los costes por servicios financieros en los primeros años de la crisis, y sólo recientemente encuentran alguna mejora. Y, por último, y como aspecto muy interesante, la renta neta de las empresas evoluciona mejor que su excedente operativo, ya que además de pagar menos intereses, se retienen más beneficios y se pagan menos dividendos.

Esta manera de ver las cosas en su conjunto nos describe muy bien lo que ocurre en la economía actual, y la necesidad que tienen las empresas de que la economía crezca para poder ganar volumen por el aumento de ventas. Sin embargo, no recoge características de empresas con fuerte peso de los costes fijos, y consumo de capital, que ha llevado al cierre de empresas, aunque hayan conseguido reducir gastos variables y de personal, que no siempre ha sido el caso. Y tampoco, sectores que han sufrido caídas en las ventas superiores al 60% ,como el sector de la vivienda en Andalucía; o las librerías, por no poner siempre como ejemplo la construcción.

El crecimiento de las empresas es el crecimiento del país, pero la forma y las condiciones en que se produce ese crecimiento, facilitan o no que las empresas se desarrollen. La Comisión Europea ha dado hace poco sus previsiones para España en 2015 y 2016, y aunque el titular es optimista, los datos no me gustan porque muestran desequilibrios.

El empleo equivalente a tiempo completo sería en 2016 inferior en casi 800.000 personas al que había en 2011, y casi tres millones menos que el de 2008; el aumento del coste real por hora trabajada es cero o negativo; las exportaciones casi se anulan con las importaciones; el consumo privado se apoya en el turismo y en el déficit público; y los precios siguen débiles, con las distorsiones y confusiones que esto ocasiona. Considérese, por ejemplo, que el crecimiento del producto en 2014, que ha sido de 1,4% en términos reales, es sólo de un 0,7% nominal, una vez que se le añade la caída de 0,7% del deflactor implícito del producto. Aunque algunos de los datos previstos pueden ser positivos para algún sector o empresa, la economía en su conjunto necesita unos equilibrios básicos para que se cree el entorno de estabilidad donde la empresa pueda ganar en volumen, eficiencia y márgenes.

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