Con efecto

javier / mérida

Los béticos del entorno y la sombra de Lopera

Apoco más de dos meses del quinto aniversario del 15-J, en el que el beticismo en masa se echó a la calle para exigir la marcha de Manuel Ruiz de Lopera, el Betis se ve obligado a una regeneración tan profunda como aquélla. Empero, si entonces la voluntad era unánime, de ahí su éxito, hoy existe una seria resistencia por parte de dos sectores, los nuevos mandarines y los que defendieron a capa y espada su aterrizaje con una judicialización que se ha tornado perniciosa y que amenaza con dejar el club inerte en cuatro días.

Lopera supuso un gravísimo trastorno en la vida del Betis en todos los ámbitos: económico, social y deportivo. Pero su sombra es igualmente un freno al progreso por cuanto el entorno, una corteza podrida que se resiste a despegarse del tronco, ha hallado en esa silueta nigérrima el único argumento (o estrategia) con el que sostener un club sin pies ni cabeza.

El miedo al regreso de Lopera fue el parapeto de Bosch y cuantos lo defendieron y defienden. Ello facilitó la autocracia que destruyó el tejido existente y generó otro estragado: sueldazos, enchufes, envidias... Auspiciado por quienes situaron ahí a Bosch y al núcleo duro de un consejo indefendible. Pero todo valía y vale, cualquier cosa menos Lopera, y el que critique el nuevo régimen es por mor de su loperismo -gobierno defendido en su día por los mismos-. Sólo PNB se mantiene fiel a su idea inicial, sin alianzas, sin entrar en esa línea mafiosa de pensamiento único.

Mientras, el bético del entorno se atrinchera, anestesia a la masa con mentiras, fustiga y difama al que se sale de su fila y se viene arriba atravesando henchido la puerta de cristales de Heliópolis, creyéndose alguien en el apestoso lobbying que por allí se estila, gozando de una plaza de aparcamiento y un carné de gorra o disfrutando de información privilegiada con la que vacilar o publicar. Ese mangoneo otrora no existía y para éstos también es Betis. Para algunos, incluso, su único Betis.

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