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Tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

La brecha

RESULTA clarificador un estudio del profesor Julio Carabaña sobre la huella familiar en las competencias de los escolares de 15 a 17 años, hecho a partir de los resultados del último informe PISA. La calidad de la formación de los jóvenes, nos dice, está vinculada a la de sus padres. Es cierto que no se puede establecer una relación de causalidad estricta y que hay políticas públicas catalizadoras de situaciones que, de otro modo, tardarían mucho más en evolucionar, pero los datos son elocuentes.

Hace tres décadas, un grupo de sociólogos norteamericanos analizó los procesos de adquisición de información en diferentes entornos familiares y sociales, así como el papel que jugaba el conocimiento previamente existente en la adquisición del nuevo conocimiento. Los hábitos de los padres, como el de la lectura en el hogar, resultaron decisivos en las prácticas culturales de sus hijos. Se detectó una brecha entre quienes leían libros y diarios, embrión de los futuros usos telemáticos y de los consumos enriquecidos de otros medios, y aquellos que se sumían en un apalancamiento audiovisual sin salida.

Según Carabaña, sólo un 13,2% de los padres de los escolares andaluces poseen estudios universitarios, el índice más bajo de España, donde la media es del 20,9, con comunidades que superan el 26%. Un hecho que se refleja en las mentalidades que modelan la fachada cultural del territorio y que, lógicamente, afecta a las competencias medidas por el PISA. También se podría establecer un correlato preciso, según comunidades autónomas, entre el nivel de formación de los padres y los índices de circulación de la prensa.

Aun siendo crítico el dato andaluz, éste resultaría dramático si la mirada se retrotrajera a los abuelos de los escolares, que hoy rondan los 65 años. Los estudios universitarios caerían por debajo del 5%. Estos indicadores, cuando se comparan con los actuales, revelan un esfuerzo extraordinario, ya que se han alcanzado cotas muy altas, aunque no aseguran la linealidad estadística entre el número de matriculados y los resultados de la formación.

Hay otro matiz interesante que sugiere el estudio: contrastes tan fuertes permiten argumentar la hipótesis de una profunda brecha generacional en Andalucía, muy superior a la de otras comunidades. Pasado y presente -abuelos y nietos- se dan la mano en un escenario donde se produce un choque de dos realidades llamado a provocar algo más que una muda ordinaria de la piel social. Entre los jóvenes se detectan rasgos propios de un nuevo espacio público, inspirado en argumentos culturales que convergen con los de otras sociedades más avanzadas. Ésa sí parece la dirección del futuro.

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