TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

La cara y la cruz de casi siempre

A la sexta fecha se desploma el Betis al sótano más sótano y se afianza el Sevilla en el sitio que le corresponde

PASÓ el cuatro de octubre y la única novedad es que, como con prisas, el Betis ya es el colista. Antes que nunca, colista y que Dios te ampare, hermano. Es la noticia más llamativa tras ese 4-O en que todo iba a arreglarse en el sevillanísimo club de las trece barras, en que de una gestión como hecha por el peor enemigo iban los béticos a pasar a otra cosa, no se sabe qué, pero otra cosa. Al cabo, nada de nada, lo único que ha traído la fecha es que a las siete de la tarde del domingo ya estaba el Betis en el lugar que iba persiguiendo, el furgón de cola, el farolillo rojo de ese convoy imparable que es la Liga en Primera División, hoy BBVA.

Paralelamente, el Sevilla se hace fuerte en la zona para la que está hecho y la forma en que se quita de en medio a los sucesivos rivales que van tocándole es descomunalmente autoritaria, sin que se le pueda poner un perejil a su andadura. Hay que ver cómo se quitó de encima al rústico Athletic de Bilbao y de Caparrós, a gorrazo limpio, y la noche que pasaría ese aprendiz de gudari llamado Balenziaga soñando con Jesús Navas dentro de una pesadilla inacabable. Hay que ver cómo desatasca los partidos esa especie de futbolista milagro llamado Kanoute, con qué facilidad, cómo está destrozando registros dentro de lo mejor de la historia sevillista...

Por lo demás, que el Valencia gana no sólo cuando debe empatar sino cuando contrae deméritos más que suficientes para la derrota. Con él, el Villarreal arriba del todo, como compartiendo una supremacía de murciélago que estará haciendo feliz a casi todo el Levante español. Y junto a la noticia que supuso el descalabro bético, la barbaridad que fue la ultragoleada del Barça al Atlético de Madrid y cómo el Espanyol le plantó cara con éxito al Realísimo. Ahora, dos semanas para el disfrute y la pena, dos semanas para que, entre otras cosas, el Sevilla se relama por la que fue su semana más fantástica y el Betis vea cómo se alarga la penitencia más, un poco más.

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