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la esquina

José Aguilar

Como en casa de uno...

SI no me equivoco, en el mes de enero se han batidos todos los récords de audiencia en televisión. Algo así como cinco horas diarias de media ha estado cada espectador delante de la caja ex tonta. Una barbaridad de tiempo.

No ha sido sólo por el frío. Un actor cómico acuñó hace años la expresión "como en casa de uno, en cualquier parte". El sarcasmo tuvo su éxito, pero la crisis ha devuelto toda su vigencia a la frase tópica: "Como en casa de uno, en ningún sitio". La recesión ha traído un regreso al hogar, y es que han cambiado los hábitos de consumo.

Se ve más la tele, sí, pero es todo el consumo nacional el que se ha visto afectado por la crisis. La periodista Charo Nogueira escribió recientemente que en las casas españolas se va imponiendo una economía casi de guerra. Según la encuesta del CIS, más del 40% de las familias están ahorrando en un gasto que parecía intocable, el de alimentación. Se ha pasado de la carne de vaca a la de pollo, se come y se cena más que nunca en casa y se ha disparado la compra de productos congelados, que duran más y son más baratos. Una visión superficial, que es la que todos tenemos a nuestro alcance, nos hace creer que los bares y restaurantes están siempre llenos, como antes. Pero no es verdad. Los dueños saben que salvo los fines de semana sus mesas y barras presentan huecos.

Y si se reduce el gasto en comida, es fácil adivinar que el ahorro se multiplica en otros consumos menos perentorios, como la ropa y el calzado, las vacaciones y el ocio en general. La venta de bebidas ha caído aún más que la de alimentos. Hasta los dentistas están notando las consecuencias de esta emergencia: se siguen tratando las caries, pero han disminuido las limpiezas y revisiones y los implantes y prótesis están quedando para un futuro impreciso. Los odontólogos calculan en un 20% lo que ha bajado la facturación. Y un consumo tan inelástico como el de la energía eléctrica ha visto bajar la demanda en enero con respecto al mismo mes de 2011. Parece que se está acabando eso de ir encendiendo luces de cuarto en cuarto y olvidarse de apagarlas cuando se sale de ellos. Lo que no han logrado las campañas en defensa del medio ambiente y contra el cambio climático lo va a conseguir la crisis y la escasez de recursos subsiguiente.

En mercados y supermercados se mira antes el precio que la calidad. Las marcas blancas acaparan la atención. Las tiendas para gourmets se ven más vacías que nunca. Los que no tienen ingresos suficientes compran menos o compran más barato, pero es que los que sí tienen también han dejado de llenar el carrito con desparpajo. Ahora hacen cálculos, miran y comparan. Se ha producido una auténtica revolución en el consumo. O regresión, si se quiere.

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