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la ciudad y los días

Carlos Colón

Nada que celebrar, poco que esperar

SI el PP gana las próximas elecciones autonómicas lo hará por cansancio, desgaste y hasta putrefacción de su adversario, más que por méritos propios. Y no creo que los andaluces ganemos con ello mucho más que el alivio de un cambio de postura. No es poca cosa, después de tres décadas sin hacerlo. Pero no basta cambiar de postura para remediar los muchos males que nos afectan, agravados por el zambombazo de la crisis. Golpe que no ha hecho sino evidenciar la torpeza de los gobiernos socialistas de la Junta y nuestro vicio colectivo -tan español, tan meridional- de ignorar la realidad y vivir por encima de nuestras posibilidades.

Los males que nos tienen donde estamos no tienen que ver con el socialismo, aunque el PSOE haya sido el responsable hasta ahora, sino con lo español y lo andaluz. Si ustedes escriben en Google "España a la cola de…" les saldrá una triste elegía de fracasos: "España a la cola de Europa en igualdad", "España a la cola de Europa en gobernabilidad y lucha contra la corrupción", "España a la cola de Europa en paro juvenil", "España a la cola de Europa en salario mínimo"… Si después escriben "Andalucía a la cola…" se encontrarán con que estamos a la cola de esa España que está a la cola de Europa. Hace pocos días hemos sabido que España, sólo superada por Rumanía y Letonia, es el tercer país europeo con mayor tasa de pobreza y el que padece un mayor crecimiento de la desigualdad. Y que Extremadura, Canarias y Andalucía y encabezan la siniestra lista que revela abismales diferencias dentro de nuestro país: mientras el índice de pobreza en Navarra es del 7% (el mínimo), el de Extremadura llega al 38% (el máximo) y el de Andalucía es del 30,1%.

Es desconcertante, por lo tanto, la retórica autonómico-patriotera derrochada anteayer y ayer con motivo del 28-F, especialmente en un Canal Sur convertido en el No-Do andaluz. Y no exagero: me remito, como ejemplo, al tratamiento que se dio a la cuestión del Estatuto de autonomía en La respuesta está en la historia. ¿Qué hay que celebrar, tras 30 años de fracasos que nos tienen donde estamos? ¿Que estamos mejor que hace tres décadas? Sólo faltaría que estuviésemos peor. Claro que hemos progresado desde la Transición. Pero no utilicemos como patrón un pasado ya remoto, sino el presente de 1.200.000 parados; ni como elemento de comparación la España y la Andalucía de 1981, sino la Europa de 2012 en cuyo furgón de cola estamos.

La clave para salir de esta situación está en la educación. Y en esta materia vital sólo Murcia, Baleares, Ceuta y Melilla nos superan en fracaso escolar. No tengo claro qué celebrábamos ayer.

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