OMINOSO, indiscutiblemente ominoso resulta que entre los dos rivales de esta tarde en la Ciudad Condal se interpongan cincuentaitrés puntos. Cincuentaitrés puntos de distancia en treintaiún partidos es una vergüenza y esa es la realidad del por siempre Real Betis Balompié en este penúltimo sábado cuaresmal. No obstante, y como sabido es que el Betis siempre vuelve, esperemos la cita con esperanza, esa virtud que viste de verde.

Las matemáticas aún dejan un resquicio a la esperanza, pero en este caso se atisba muy remota, ya que estamos ante la cita más complicada de cuantas le quedan por cumplir al Betis hasta el final de Liga. Hasta ese domingo 18 de mayo en que el Betis se despida de la Liga y, muy probablemente, de la Primera División en Pamplona, la de esta tarde en el Camp Nou es la que se antoja como pared más difícil de superar, un muro prácticamente vertical por mucho Betis que sea el aspirante.

Llega el Betis, además, con la estupefacción intacta tras la tragedia del lunes en Heliópolis. La forma en que se produjo su derrota ante el Málaga es de las que te sumen en un estado de catalepsia ciertamente duradero. Y esa catástrofe ha hecho que el día después se ennegrezca hasta el punto de que la ilusión se aparque una semana y lo de hoy se observe como un trámite, una cita a título de inventario, como una misión imposible aun sabiendo que de eso no existe en fútbol.

Por cierto que en la campaña 2006-07, el Betis le arrebató al Barça dos puntos que serían determinantes para que el Madrid ganase la Liga. Fue gracias a aquel gol final de Sobis (1-1), semanas antes de agarrar la tabla de la salvación en Santander. Ahora son cincuentaitrés puntos los que los separan. Indiscutiblemente, la temporada está siendo la peor, con mucho, de su historia y lo raro es que aún queden las matemáticas como argumento al que agarrarse. Cincuentaitrés puntos...