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Juan Ruesga Navarro

No hay cines ni teatros en Sierpes

Salvo el vitral modernista de la confitería La Campana, el panel de relojes de El Cronómetro, la papelería Ferrer y la cerámica en la medianera alta de Deportes Z, poco más queda de esta calle.

SI pasean por la calle Sierpes a media mañana de un día de verano, con los toldos puestos y las diferentes gentes que la recorren de arriba abajo, puede parecer que es la calle de siempre. Sevillanos haciendo recados, músicos callejeros y visitantes que recorren la calle atraídos por la fama y casi mito de su nombre: la calle Sierpes de Sevilla. Dice Wikipedia: "Es el nombre de una tradicional y concurrida calle comercial de Sevilla. Se sitúa en el centro de la ciudad, desde la Campana hasta la plaza de San Francisco, donde está el Ayuntamiento. La calle peatonal está llena de comercios, reconocidas confiterías, cafeterías y tabernas, por lo que siempre hay sevillanos, turistas y extranjeros transitándola, de compras o aprovechando su tiempo de ocio". Con esta descripción no sorprende que sigan pasando por Sierpes turistas. Pero, ¿visitan de verdad la calle Sierpes? Salvo el vitral modernista de la confitería La Campana, el panel de relojes de El Cronómetro, la papelería Ferrer y la cerámica en la medianera alta de Deportes Z, poco más queda de la calle Sierpes. Pero no porque hayan cambiado sus comercios, que lo han hecho, sino porque está en declive de actividad, y lo lamento. Al menos eso percibí la otra mañana.

Y no es nostalgia de la calle Sierpes de hace años, no. Es la comprobación, mediante Street View, la herramienta que nos proporciona Google, de los últimos cambios de la calle. La ultima pasada fotográfica que tiene registrada es de diversos momentos de los años 2011 y 2012. Si quieren la pueden comparar facilmente con la actualidad. Los cambios son a peor, se lo aseguro. Más locales cerrados y aumento de franquicias. El escaparate de la joyería Ruiz, lleno de objetos fantásticos, queda ya tan lejano como la Cruz de la Cerrajería en el cruce de la calle del mismo nombre con la calle Sierpes. La Librería Sanz y la de Eulogio de las Heras son tan pasado remoto como el Pasaje de Oriente y los muchos cafés que en la calle había. Una vez cerradas las tiendas, la calle queda cerrada. Como en el cuento de Chesterton, hay que correr en busca de la muchedumbre, porque en el "corazón comercial de Sevilla" no va quedando ni un alma.

Creo que todo forma parte de un mismo proceso: la transformación paulatina de Sierpes y calles adyacentes. Poco a poco han perdido su complejidad de usos, para ser sólo una serie de tiendas que, a la hora del cierre, son abandonadas por empleados y clientes con cierto apresuramiento, como si algo los impulsara a desplazarse a zonas más transitadas. Antes algunos locales de estas calles aglutinaban parte de la vida nocturna de Sevilla. Hoy todo eso es historia. La cruda realidad es que fuera del horario comercial son calles sin vida, casi cerradas. No se debe olvidar que el ocio es uno de los factores determinantes de los nuevos centros a los que acude el público masivamente. Pero creo que para algunas de estas calles ya es tarde. Ya no hay cines ni teatros en la calle Sierpes.

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