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Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

La cita

LOS cuatro años de la pasada legislatura fueron tan convulsos y supusieron un desgaste estéril de energía tan extraordinario que la mera expectativa de que mañana fructifique en el primer encuentro tras las elecciones entre Zapatero y Rajoy un acuerdo básico sobre el terrorismo o la reforma del Tribunal Constitucional y del CGPJ. Entre 2004 y 2007 los mismos protagonistas se reunieron inútilmente ocho veces. Basta con recordar desde las perspectiva de hoy -con un PSOE curado de la fiebre de la manufacturación de estatutos y redimido de la tarea de la búsqueda del diálogo con ETA; y con un PP liberado del mandato de estimular la crispación para desgastar a Zapatero- cuáles fueron los asuntos que centraron cada una de esas citas para comprobar la imposibilidad radical de llegar entonces a un acuerdo.

La primera reunión, el 25 de mayo de 2004, versó sobre la reforma de los estatutos; la segunda, en septiembre, supuso un nuevo desencuentro sobre el modelo territorial; en la tercera, en enero de 2005, Zapatero insistió en los cambios estatutarios y de la Constitución; al terminar la cuarta, en septiembre de ese año, Rajoy declaro: "No sé para qué me ha convocado"; la quinta, sexta y séptima versaron sobre la incompatibilidad para lograr siquiera un acercamiento sobre una política terrorista común; y la octava, en junio de 2007, estaba demasiado cerca de las elecciones generales para fructificar.

Si esta relación de desencuentros se añade el clima político convulso (aún hay restos de aquel incendio múltiple intencionado: la nostalgia de la teoría de la conspiración del 11-M o de las movilizaciones callejeras en las que el PP desfiló con los sectores más retrógrados de la derecha social española) el resultado es desalentador. Con ese trasfondo, la perspectiva de un simple pacto sobre justicia y terrorismo y una declaración común ante Ibatrretxe constituyen un paso importante.

Eso sí, parece que quedará fuera del presunto acuerdo lo que, en estos momentos, constituye la principal preocupación de los españoles, la economía. El territorio de la divergencia seguirá siendo ancho y escabroso. Ayer conocimos que la capacidad devastadora de las crisis, sobre todo el batacazo de la construcción, más el precio del crudo y las medidas equilibradoras del Gobierno (las ayudas a las familias y a la liquidez de las empresas) han abreviado en seis meses el superávit del Estado.

Con este panorama la celebración hoy de los cien días del triunfo socialista cobra unos tintes valleinclanescos. Si el afán celebrador eran tan incontinente, el PSOE podría haber optado por una conmemoración (se celebran los cumpleaños pero se conmemora el crack de 1929).

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