AUNQUE en tiempos como los que corren, todo lo que se intente recaudar será poco para paliar la situación, resulta tarea harto complicada vender una amnistía fiscal y más difícil aún será que te la compren. Hacer tabla rasa y que quien delinquió mediante la inmersión del dinero sea perdonado y se sitúe al mismo nivel de legalidad que quien cumplió siempre con sus obligaciones fiscales no se comprende. Es como lo de aquellos curas preconciliares que desde el púlpito abroncaban a la clientela bajo la amenaza del fuego eterno; broncas de las que se libraban los que verdaderamente corrían peligro de condena, que eran, según aquellas teorías, los que no se dignaban ir a misa. Poco más de cien días lleva el PP en el intento de arreglar el desarreglo del mandarinato anterior y eso es encomiable, pero aunque la amnistía fiscal pueda reportar algo al erario, lo cierto y verdadero es que cuesta digerirla.
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