las dos orillas

José Joaquín León

El comunismo capitalista

UNO de los tópicos más usados afirma que el catetismo se cura viajando. Esto se le dice a los nacionalistas, a los catalanes o los vascos cuando se ponen independientes. También funcionaría como eslogan para una agencia de viajes. Sea así o no, viajar permite apreciar la realidad de las cosas y cómo se deforman. Por ejemplo, en Shanghai y en Pekín he visto que la China de allí no se parece en casi nada a la que se supone desde aquí. Y se entiende la relatividad del mundo. Si dimite Esperanza Aguirre es una conmoción en España, pero eso en los diarios de la segunda potencia mundial no mereció ni una línea. Y además, si la mereciera, no nos íbamos a enterar de nada, porque es jodidísimo leer un diario en chino mandarín, aunque son bonitos de ver.

Lo principal que se nota en un viaje a China es que han inventado el comunismo capitalista. Esto favorece que más de 200.000 extranjeros residan y trabajen en Shanghai, una ciudad gobernada por el comunismo proletario, que es la capital económica de la segunda potencia mundial y la que tiene más empresas multinacionales capitalistas (entre ellas todas las importantes) de Europa, América y la Humanidad. Mientras aquí se publica que van a condenar a muerte o a cadena perpetua al ex dirigente Bo Xilai, y creemos que van asesinando chinitos por las calles, allí se hace negocio tras negocio y no hay ningún vestigio de crisis, ¿qué crisis?

El comunismo capitalista de China no se parece a lo de Cuba. Mientras aquí tenemos a Sánchez Gordillo asaltando supermercados en plan Che Guevara y otras postales decimonónicas, mientras los camaradas no han digerido el eurocomunismo tras el trauma de Lenin y Stalin, allí Mao aparece en los retratos, en la plaza de Tiannamen de Pekín con su mausoleo y en los souvenirs. Pero la cosa empezó a cambiar a partir de Deng Xiaoping. Y ya no es que fabriquen cositas de todo a un euro, sino que el 25% de los coches que se venden en China, donde se compran muchísimos, vienen de Alemania. El país de la Merkel se hincha de exportarles Volkswagen, Mercedes y BMW a los chinos, mientras recortan a los españoles y los griegos. Y en Shanghai hay centros comerciales lujosísimos de Louis Vuitton, Armani, Gucci, Calvin Klein y todos estos. Los chinos compran los verdaderos y envían los falsificados a nuestros mercadillos.

En el comunismo capitalista viven muy bien los que no se meten en política, como se decía en el franquismo. El comunismo capitalista se parece un poco al franquismo, pero es de lujo, con mucho más dinero. Es un comunismo donde no se ven brillantinas fachas, pero tampoco barbas como la de Sánchez Gordillo. Es un invento revolucionario, inimaginable para los capitalistas tiesos de aquí.

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