EL turismo congresual está levantado el ánimo, y mejorando la contabilidad, del gremio de hostelería y restauración. El fin de semana que ayer terminó, los socialistas se reunieron el Almería para darle a Griñán, oficialmente, el título de líder andaluz, indiscutido desde la noche del 25 de marzo. El conservar el Gobierno de Andalucía, aunque perdiese las elecciones, le ha permitido hacer una ejecutiva con un matiz muy personal, sin tener que plegarse a compromisos o presiones previas. Los equilibrios internos son los que él ha querido, como corresponde a quien, hoy por hoy, personaliza el máximo poder institucional -o sea, del bueno, del que tiene el BOJA y nombra y descombra- dentro del socialismo español. La actitud más que afectuosa de Rubalcaba hacia quien es presidente de la Junta, presidente del PSOE en España, y secretario general de PSOE andaluz, lo dice todo. Así que lo que, durante un tiempo se considerase el frente rubalcabista, prácticamente ha desaparecido. Aquí, son todos de Pepe, incluido Alfredo, quien, por cierto, ha perdido mucho brillo en sus intervenciones desde el 20-N.

Ahora nos queda el congreso del PP, que celebra su cónclave regional el próximo fin de semana en Granada, donde ya es seguro que Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, asuma la presidencia del partido, relevando al insustituible Javier Arenas. También está cerrado que José Luis Sanz, actual presidente de PP sevillano y alcalde de Tomares, se haga cargo de la secretaría general, que es un puesto que parece hecho a su medida y para el que se ha venido preparando desde hace muchos años. Zoido y José Luis Sanz van a ser los principales actores en esta nueva etapa del PP andaluz, afectado por una cierta sensación de orfandad ante la marcha de Javier Arenas, que ha sido el gran artífice de lo que hoy en día es esa poderosa organización política.

Pero a tiempos y circunstancias nuevas, caras nuevas, aunque ni Zoido ni Sanz sean precisamente novatos, sino todo lo contrario. Ellos tienen el reto de crear una nueva estructura de funcionamiento interno, que después hay que reflejar en el exterior, sin el hiperliderazgo de Arenas, con todos los inconvenientes y las muchas ventajas que eso suponía. Pero ellos saben que cada cocinero tiene que guisar con sus propias recetas y contar con su propio personal de cocina, porque en política la cocina es algo muy importante. De ahí que se espere una profunda renovación de la cúpula regional del PP, o sea, la calle San Fernando, una renovación que, sin ser absolutamente rupturista, va a marcar profundas diferencias con lo anterior en cargos, funciones y personas. Claro está que esto es sólo una cábala entre dos congresos.

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