LO dijo en vísperas de la semana con más cornetas, y quizá por eso usted no se ha enterado. Aunque a lo mejor usted es de los que se ha marchado a la playa o al campo y sólo ha tenido oídos para las tormentas y chaparrones. La declaración política con más carga de profundidad en lo que va de mes no tiene que ver con los ERE. Es obra del consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica: "Las cifras de fracaso escolar en el tránsito de Primaria a Secundaria son escalofriantes, y le pido a la sociedad que se rebele". Cuando es la autoridad quien pide a las masas que se rebelen, no cabe duda de que el sistema educativo amenaza ruina inminente, desplome generalizado, siniestro total.

Ante esta llamada a la rebeldía para no morir por sobredosis de incultura y obesidad, cabe debatir quién da el primer paso. ¿Los alumnos? ¿Los padres? ¿Los profesores? Mejor será que todos se unan en lugar de atribularse unos con otros. Todos son víctimas de una gigantesca estafa política rebozada de propaganda, que ha provocado igualar a los escolares hacia abajo, alentar la ley del mínimo esfuerzo y desactivar el espíritu crítico.

Por lo tanto, encaucen la rebelión en dos direcciones: contra sí mismos, por ser corresponsables de una sociedad que desprecia la buena educación y los buenos valores, al no ser cosas que se puedan comprar ni en un centro comercial ni en un puesto de chucherías; y contra el Gobierno autonómico, que tiene desde hace décadas las competencias en materia de educación para no haber mantenido a los alumnos andaluces en el furgón de cola del rendimiento escolar, superados por sus compañeros de generación tanto de autonomías dirigidas por el PSOE como de las comandadas por el PP.

Hace bien Álvarez de la Chica en divulgar los escalofriantes datos que sus antecesores ocultaron para construir en Andalucía la paz social de los ignorantes. Quedamos a la espera de saber qué rebeldía va a iniciar él. Y si emulará a Zapatero en el "cueste lo que cueste, y cueste lo que me cueste".